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Por GG

“Mantenga el abrazo, pero no se quede dormido, el sueño bien podrá experimentarse despierto”

J.Cortázar

Llego a la iglesia de Brickell, una de las edificaciones más hermosas de toda la calle,

        pero la belleza de este edificio, dedicado a San Judas Tadeo,

            no nos salva de lo que viene.

                –No pueden pasar  –nos dice un hombre de barba blanca.

                    Yo pongo cara de turbada

                     y me pellizco para confirmar que estoy despierta.

                        –¿Qué sucede? –le pregunto a San Pedro o a la persona o ángel o aparición

                          que tengo en frente.

                           –Tuvimos que llamar a la policía. Hay un señor gritando, abrazado

                             al altar

                              y no hay quién lo despegue de allí.

Uno se abraza a lo que puede – pienso, sin juzgar al hombre que ha tomado muy en serio aquello de “Abrazar la fe”.

A los tres minutos llegan dos patrullas con sirenas mudas, de los que salen tres policías con guantes de goma azul. Todos entran y no se oye ningún disparo, ningún grito, ningún movimiento brusco. A los pocos segundos el trio azul sale escoltando a un joven esposado que habla solo, usa traje de baño naranja, un t-shirt blanco y flip flops de cualquier color. Lo introducen en la patrulla y si te he visto no me acuerdo.

Entramos a la iglesia, nos sentamos repartidos en los bancos de madera y rezo para que, mientras rezo, no entre otro loco.