De todos los premios que los escritores pueden recibir, ninguno me ha causado tanto agrado como saber que Nicanor Parra se ha Ganado el Premio Cervantes 2011 a los 97 años de edad. Físico y matemático, lo mejor que le ajusta es el epíteto de anti-poeta. Izquierdista no militante, los versos de Parra gozan de influjos surrealistas que espectacularmente nos llegan con espontaneidad y naturalidad coloquial, lo que lo convierte en un poeta sumamente accesible.
Sobre todo, Parra otro poeta Beat latinoamericano (Ernesto Cardenal es otro).
En “Los vicios del mundo moderno”, Parra concibe un poema magnánimo y poderoso como el “Howl” de Allen Ginsberg, al exponer versos que denuncian de manera hipnótica los desencantos con las realidades sociales de los tiempos. Incluso, los versos: “El endiosamiento del falo,/ La política internacional de piernas abiertas patrocinada por la prensa reaccionaria,” equiparan a aquellos verso de Ginsberg en “America” que dicen: “America: go fuck yourself with your atom bomb”. Ese poder falocéntrico y violador de espacios cerrados emerge en una imagen que es tan perturbadora como poderosa. De hecho, Parra y Ginsberg compartieron habitación durante la estadía de ambos en La Havana, a la cual asistieron para una conferencia de escritores en 1965.
A Parra habría que añadirlo a la trilogía permanente de Huidobro, Vallejo y Neruda como una de las figuras de mayor impacto en la transformación de la lírica hispanoamericana. Habría que hacer otro junte para determinar quiénes son los beatniks latinoamericanos, que sin duda debe incluir a Cardenal, Pedro Pietri y al mexicano José Agustín Ramírez Gómez, entre otros.
No debe quedar duda: apenas ayer, durante una entrevista para El Espectador, Parra demostró que merece altar propio al revelarle “la ecuación canónica de la poesía occidental”, su más preciado secreto, a Héctor Abad Faciolince. Según Nicanor Parra, es la siguiente:
{14 + 8 : 2 = 11}
La ecuación se puede segregar de la siguiente manera: los versos de 14 sílabas corresponden al mester de clerecía, el de Gonzalo de Berceo.
Cuando Abad Faciolince le indica que los alejandrinos también pueden contarse como dos versos de 7, pues los de 14 casi siempre tienen un cesura en el medio, Parra concuerda, mas la suma no altera el número: 7 + 7 = 14.
El ocho, evidentemente, proviene del octosílabo de las coplas y de los romances, que corresponden al mester de juglaría, la poesía popular.
Al dividir la suma entre los dos tipos de versos canónicos, obtenemos la medida media, “la perfecta, que no es culta ni popular: el endecasílabo”.
El undecasílabo es el verso típico del soneto italiano y del provenzal.
“El endecasílabo es casi la medida de todas las cosas, en poesía, quizá por esa rara virtud de ser al mismo tiempo poesía alta y poesía popular”.
“Parra es una caja de música, divertido, ingenioso, irreverente”, dice Abad Faciolince.
Y ahora que lo pienso bien, quizás no. Quizás Parra no es ángulo para cuadraturas. Después de todo, no puede ser “square”; es un “beat”. Merece admirarse solo.
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