Uno de los oficios en los que las dominicanas se han destacado en la ciudad de Miami es en el de la peluquería, un negocio que envuelve destreza en el campo de la belleza y en el buen trato a los clientes, quienes muchas veces ignoran el sacrificio que se esconde detrás de las manos que hacen de su pelo una maravilla.
Es tanta la popularidad de la que gozan nuestras peluqueras, que los salones de belleza donde laboran, exhiben la bandera dominicana en sus letreros, “para que se sepa que ahí se da blower de a verdad”.
Conocer algunas de nuestras peluqueras y algunos de sus trucos de belleza, he sido una grata experiencia, al comprobar que contamos en nuestra comunidad con mujeres tan trabajadoras y perseverantes en ese negocio.
Crecencia De la Cruz, nací con el blower en la mano.
Llegamos al Milena Unisex Beauty Salón, donde nos recibe Crecencia de la Cruz, una de sus propietarias. En este salón de belleza ubicado en Allapattah, podemos apreciar una bandera dominicana en la estación de secado con blower, un detalle que nos da la confianza de que saldremos de allí con el pelo impecable.
Crecencia es una peluquera graduada en el año 1979 de la Escuela Miss Key de Santo Domingo, donde trabajó en varios salones, hasta que en 1995 decidió probar suerte en Estados Unidos, una experiencia sumamente dura para ella y su familia.
“Empezar aquí fue un poco duro, tenía tres hijos en Santo Domingo, luego aquí tuve gemelos, y mandé a buscar los que había dejado allá. Viví unos años en Puerto Rico y en Nueva York . Lo que hacía en esos tiempos, cuando tenía a los niños pequeños, era que iba a la casa de las clientas y las arreglaba a domicilio. Ya en Miami, una clienta me habló de una amiga que buscaba empleadas para su salón, así empecé a trabajar aquí y años más tarde, esa señora se convertiría en mi socia. Así empezamos Milena Unisex Beauty Salón, hace once años.
Lo que más me enorgullece es que con este trabajo he podido mantener a mi familia. Fue muy fuerte criar a mis hijos aquí. Mi esposo empezó trabajando en un camión, luego se quedó sin trabajo, y yo ganaba ciento cincuenta dólares semanales, de eso vivíamos por un tiempo, hasta que él pudo encontrar otro trabajo. Actualmente, mi esposo y yo nos levantamos temprano; el se va a su trabajo y yo hago la comida, limpio y luego vengo al salón. Así pasan nuestros días”.
Crecencia es consciente de la buena acogida que tienen las peluqueras dominicanas y cree tener la respuesta a este fenómeno.
“Nosotras nacemos con el blower en la mano, por eso somos tan solicitadas. Las dominicanas somos obsesivas con tener el pelo bien arreglado, desde pequeñas aprendemos a arreglarnos. Además como tenemos tanta mezcla de razas, el pero de nuestras mujeres es difícil de tratar, por eso tenemos experiencia arreglando los “cabellos más difíciles”. Al llegar aquí, las otras peluqueras no tienen ese conocimiento que nosotras tenemos al dar el blower. Por esa razón, aquí vienen dominicanas, cubanas y centro americanas y siempre se van encantadas”.
–– ¿Y qué es un pelo difícil Crecencia? ––le pregunto ante su exposición.
––Tu sabes, el pelo que hay que darle mucho blower para que quede bien liso ––me responde con una sonrisa, antes de que chequee mi pelo, que ha quedado precioso.
Mildred y Su tijera mágica.
Una semana más tarde, del otro lado de la ciudad nos recibe Mildred, propietaria del salón “Su tijera mágica”, que como buena dominicana nos ofrece un cafecito, mientras nos cuenta que, a pesar de sentirse bien en Miami, en un principio no fue nada fácil su adaptación a esta ciudad.
“Cuando llegué a Miami hace diez años no había tantos dominicanos como ahora, era difícil encontrar gente con la calidez del dominicano y aunque ya somos más, hay cosas que uno sigue extrañando de nuestro país, en mi caso, la comida es algo que todavía hecho de menos”.
Mildred, que desde pequeña sintió inclinación por el mundo de la belleza, ya trabajaba la peluquería en Santo Domingo antes de llegar a Estados Unidos. Primero trabajó en un salón en Nueva York y luego llegó a Miami, donde a puro trabajo, pudo abrir su peluquería en Virginia Gardens. Aquí se dio cuenta de que las peluqueras dominicanas tenían buena fama, algo que no le extrañó.
“Creo que la buena fama que tenemos se debe a que sabemos trabajar el pelo rizado, sabemos pulir bien el pelo, estamos acostumbradas a trabajar el pelo más difícil,. Las peluqueras de otros países no están acostumbradas a trabajar todo tipo de pelo. Nosotras mantenemos el pelo saludable, más hidratado y más bonito, además tenemos un muy buen trato con los clientes, porque el dominicano es muy simpático.
Son muchas las satisfacciones que Mildred ha recibido a través de su oficio como peluquera, pero lo que mejor la hace sentir es cuando llegan clientas nuevas referidas por otras que han quedado contentas con su trabajo.
En cuanto al servicio más solicitado en su salón de belleza, Mildred nos comenta:
“El servicio que más solicitan mis clientas es el secado con blower. No todo el mundo sabe dar un buen blower, cuidando el pelo y haciéndolo lucir hermoso por mucho tiempo”.
Kaylin Arias, pelo bueno y pelo malo.
En “Su tijera mágica” también conversamos con Keylin Arias, una banileja que vino a Miami hace cuatro años, con la determinación de no dejarse vencer por los obstáculos.
“Cuando llegué a esta ciudad, no tenía licencia para ejercer la peluquería, así que a pesar de saber mi oficio desde que vivíá en mi país, tenía que conformarme con lavar cabezas y limpiar en los salones donde encontraba trabajo. Con mucho esfuerzo me decidí a sacar mi licencia y en un año ya la tenía. Ahora, mi mayor satisfacción es que mis clientas siempre vuelven porque les cuido mucho su pelo”.
Aprovechando esta conversación, entre sorbo y sorbo de mi sabroso café le pregunto a Keylin:
__¿Qué es eso de pelo malo, para ti?, te pregunto porque es un tema recurrente entre los dominicanos.
––Pelo malo le decimos al pelo que nace bien engurruñadito, que hay que trabajarle con alisado o algo más. A ese pelo uno lo trabaja también con blower y plancha si no se quiere alizar la clienta. Trabajar ese pelo es duro, pero nosotras las dominicanas sabemos hacerlo mejor que nadie. También hacemos rolos, que es otro servicio solicitado por las clientas, que les garantiza un mejor cuidado para su pelo, y que lo deja muy brilloso.
Mi visita a estos salones de dominicanas en Miami concluye con un saborcito de casa en la boca, con la certeza de que a las dominicanas no hay quien les gane en el arte de dar blower y sobre todo, que más allá de sus destrezas, nuestras peluqueras dispensan un trato muy especial a sus clientes, que las hace cosechar fuertes lazos de amistad con ellos.
Al despedirme, Mildred me da un último consejo:
“Un buen consejo para las mujeres que quieren conservar su pelo bello y saludable es que utilicen un buen Shampoo, un buen acondicionador de acuerdo a su tipo de pelo y que encuentren a una buena peluquera que sepa dar blower, así como yo”.
Hola