Por el gato Percucio de Incomica
Y el camino, más bien parecía una amplia planicie de plata extendiéndose en todas partes. Su mirada podía dibujar un círculo al escudriñar el horizonte que era igual en todos los sentidos.
Decidió caminar en una sola dirección.
El camino seguía siendo infinitamente ancho.
Poco a poco el camino empezó a cambiar.
Aparecieron piedras de diversos tamaños, colores y formas que nunca antes había visto.
Se entretuvo largamente con ellas.
Siguió caminando y encontró hierba y pasto de intensos colores. Y se recostó en la alfombra verde por un largo rato.
El camino pareció ser ahora más alargado que ancho.
Vio insectos.
Algunos picaban; otros mordían; otros le producían cosquillas.
EL camino infinito se estrechó algo más.
Aparecieron animales con los que jugó y que de otros huyó.
El camino mostraba sus fronteras a los lados.
Encontró personas.
Algunos eran bajitos, otros altos; los había, al igual que las piedras, de diversos colores; algunos eran afables, otros ariscos; los había bondadosos y egoístas. Pasó largo tiempo con ellos, riendo, llorando y sufriendo; amando, odiando. Y recordó y siguió caminando.
El camino se hizo estrecho, a tal punto que solo cabía una persona. Y él seguía caminando.
Vio en frente de sí, como el camino se hizo aun más estrecho, y adelgazó para poder seguir andando en él.
El camino se estrechó más y más.
En ese punto, se percató de que sus pensamientos y emociones eran gruesos y le impedían transitar en el muy estrecho camino convertido ya en una tenue estela de lágrima. Y abandonó sus pensamientos, sus emociones y sus creencias.
EL camino se hizo más estrecho y él se hizo liviano como una nube.
Y justo cuando el camino parecía desaparecer convertido en un hilo de araña, se dio cuenta de que, ahora, él había desaparecido…
Y El camino era Él…
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