©Por GG

Conocí a Ángela en la Feria del Libro Dominicano de Nueva York, hace unos cuatro años. Esa vez ella participaba en una lectura de mujeres poetas que disfruté mucho. Nos volveríamos a ver en la Feria del Libro de Madrid, donde ella, dentro de sus diversas presentaciones, sostuvo un encuentro con Martha Rivera-Garrido y Emilia Pereyra. Al finalizar todas nos dirigimos hacia Casa de Vacas, a una presentación de escritora Rita Indiana y Anthony Ocaña, solo que, Martha y yo nos fuimos por un camino y ella y Emilia por otro. Lo más llamativo de aquella escena eran los tacones de Ángela, quién, a pesar de la distancia que debíamos recorrer, no perdía el glamour. Aunque “llevaba zapatos bajitos en la cartera”, nunca supe si los usó. Hoy, volvemos a caminar a través de las palabras, esta vez juntas, en un diálogo que trae a mi mente a San Francisco de Asís, por aquello de “hermana poeta”.

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• ¿Cómo te ha tocado vivir este tiempo dentro de casa?

En general, una “soledad sonora”, nada opresiva. Solo debí concederle más espacio a mi vida interior. Ánimo e imaginación al mando, me dije. Imaginé mi casa “un santuario de susurros”. Me sentí impregnada del silencio y de la singularidad de este tiempo, pavoroso y unificador. Percibí que la global conciencia de fragilidad daría lugar a una poderosa lucidez, a sucesivas olas de solidaridad y empatía en todo el mundo. Siempre prefiero apostar a la esperanza.

• ¿Cuáles han sido tus mayores preocupaciones-retos, a parte de la salud? En primer lugar, discernir las posibles verdades en lo tocante al virus. Difundir aquellas informaciones científicas, sanitarias y políticas que juzgué dignas de crédito. En las primeras semanas, dedicaba dos o tres horas diarias a investigar y formarme un criterio.

Por otro lado, vi la desgracia como un umbral, una oportunidad, para un radical cambio de conciencia sobre nosotros mismos y nuestras relaciones domésticas y planetarias. La poesía luciría sus poderes catalizadores, con todo el fantástico reto que esto comporta.(La memoria de las últimas décadas nos obliga repensarlo todo).  

• Estos días has invertido la mayor parte del tiempo en:

Toda mi vida he estado rebosada de trabajo y compromisos. Disponer de tiempo ha sido la parte luminosa de la densa sombra que atravesamos. Lo he empleado en meditar, escribir, ejercitarme, estudiar, colaborar. Mejor dicho, me he dejado llevar por mis inclinaciones, consagrándome a comprender a las flores y a los pájaros, conocer más a mis vecinos, comunicarme con las personas que amo, percibir el evanescente espesor del silencio, tomar sol al amanecer, practicar Tai Chi, aprender algo nuevo.

Me he detenido a reflexionar con prudente levedad sobre la muerte y, con fraterna reverencia, sobre la desolación de los que agonizan aislados y la angustia de millones de personas que de buenas a primeras han perdido su medio de subsistencia y pasan la cuarentena apretados.

• ¿Has podido crear en este momento? Si es así, ¿puedes hablarme sobre lo que has estado trabajando?

Después de cuatro años trabajando narrativa, he vuelto a la poesía, a experimentar su fuerza alentadora.

• ¿Qué te viene a la mente cuando digo “dentro de casa”?

El apremio de un abrazo, de efusiones. Deseos de zambullidas en el mar, de viajes a valles altos, a mercados populares, a ciudades distantes, a pueblos fronterizos, a reservas naturales del mundo…

• ¿Se aplazó algo que tenías planeado en el plano literario? Si es así, ¿qué?

La publicación de una obra en el extranjero. Había sido anunciada para mayo.

¿Sientes en ti algún cambio entre el primer día de restricciones para salir y el día de hoy?

A partir de la cuarta semana de cuarentena, empecé a sentir, dos o tres veces al día, una terrible punzada en un punto inubicable (¿el alma o el lugar en mí de toda la humanidad?).

Creo que esta pandemia nos está marcando de un modo singular, como personas y en el dominio comunidad. Ojalá sea para bien.

•¿Qué es lo más extremo que has hecho en estos días?

Una tarde, me escapé al parque Mirador. Corrí entre los pinos por más de una hora, embriagada.  

• ¿Has encontrado compañía en algún libro, poema, cuento? ¿Cuál?

Son muchos los compañeros y, por suerte, variados. Señalo dos. Las películas de Miyazaki y los sabios versos que me lee la poeta Pastora Hernández durante nuestros intercambios al atardecer, vía teléfono. P.e.:

 Mi alimento es todas las cosas. / El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo. / Debo justificar lo que me hiere. / No importa mi ventura o mi desventura. / Soy el poeta. (“El cómplice”, J. L. Borges).

• Una canción, un instante, una palabra, una imagen que te viene a la mente en este momento en que hablamos sobre estar dentro de casa durante largo tiempo.

Donde coinciden el silencio interior y el exterior inicia el asombro.

Bonus: Una frase que pudiera definir lo que has vivido en estos meses:

El dolor y la incertidumbre nos unen tanto como el júbilo y los deseos, y quizás a mayor profundidad.

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Ángela Hernández Núñez, Buena Vista Jarabacoa, República Dominicana, 6 de mayo de 1954. Textos de su autoría se han traducido al inglés, francés, italiano, islandés, bengalí y noruego; incluyéndose en importantes antologías. Es Premio Cole de novela corta, a la novela Mudanza de los Sentidos, 2001; Premio anual de Cuento, 1997, otorgado por la Secretaría de Estado de Educación y Cultura al libro Piedra de Sacrificio;  Premio Anual de Poesía 2005, otorgado por la Secretaría de Cultura al libro Alicornio y Premio Anual de Cuento, Ministerio de Cultura 2012, al libro La secta del crisantemo.  Dirigió la revista literaria Xinesquema. Es Miembro Correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua. Integrante del Consejo Nacional de Cultura 2004-2010. Incluida en el libro Notable: Twentieth-Century Latin American Women (A Biographical Dictionary), editado por Cynthia Tompkins y David William Foster. (Greenwood Press. Connecticut. London. 2001). Premio Pluma de la Excelencia 2009, Logomarca. Premio Círculo Supremo de Plata 2011, Jaycces 72. Premio Caonabo de Oro 2011, otorgado por la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores. Sus fotografías se han expuesto en Santo Domingo y Santiago (2007), en Pavullo nel Frignano y en Roma (2008) en la muestra Poética de lo nimio,  junto al fotógrafo italiano Attilio Aleotti. En el año 2006 coordinó el concurso de fotografía “La pobreza no cae del cielo”, auspiciado por Oxfam Internacional. En mayo de 2012 el Banco Central de la RD publicó su libro de poesía e imágenes Oniria