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© Por Glenda Galán

Ser auténtico, compartir lo que sabes con otros, salir adelante a base de trabajo y esfuerzo, son algunas de las ideas que me vienen a la mente luego de conversar con Rubén Romero Sánchez, escritor madrileño traducido a varios idiomas y que ha navegado las aguas de la poesía, la narrativa, la crítica, la docencia; con la autenticidad que produce el hacer las cosas por vocación, porque nacen de ese remoto y maravilloso lugar donde se produce la chispa creativa.

Su humildad es palpable en esta entrevista, así como el talento que ha sabido encaminar a través de su obra y de las ganas de promover la literatura, más allá de sus propias creaciones.

Ha sido un gran placer sostener este encuentro en el que Rubén nos deja apreciar el ser humano que es, así como su trayectoria literaria y donde nos comenta hacia dónde se dirigen sus nuevos proyectos.

 

• Cuéntame de tus inicios como escritor, ¿o debería decir como lector?

Llevo escribiendo y leyendo toda la vida. Mis primeros premios literarios los gané en el colegio, después en el instituto, y luego publiqué mi primer libro a los 23 años.

En mi casa había muchos libros, por lo que, si no tenía otra cosa que hacer, cogía uno y me lo leía. Así conocí a muchos autores y descubrí que había algo que me encantaba y con lo que me lo pasaba de miedo: leer.

• ¿Qué género literário disfrutas más leer? 

A veces me apetece leer una cosa y a veces otra. Leo de todo. Lo que no hago es leer seguidas dos obras del mismo autor, excepto cuando leí a Esquilo por primera vez, que leí seguidas las siete obras que se conservan de él. Pero eso fue porque sus siete obras suman menos páginas que una novela convencional, y es un autor que desde el primer momento me fascinó.

• ¿A qué poetas españoles admiras?

A los habituales. Me encantan Garcilaso, Manrique, Juan Ramón, Lorca, Quevedo, Miguel Hernández, Martí i Pol, que como escribió en catalán no sé si considerarlo español (aunque en mi casa lo tengo en la sección de poesía española e hispanoamericana)… Y muchos más.

• Un poema tuyo donde te encuentras siempre que lo lees…

Mi primer libro contiene poemas de los 18 a los 22 años, y el último contiene poemas hasta los 28 años. Ahora tengo 35 y estoy con otro libro. En estos años me han pasado algunas cosas, he aprendido mucho de la vida y aun así me he dado cuenta de que apenas sé nada. Es difícil decir que me encuentre siempre en un poema. En realidad, algunos de mis poemas me gustan más que otros, y en algunos me veo más que en otros. Eso es todo.

• Si menciono el siglo XX, ¿qué escritores son imprescindibles para conocer sobre la literatura de ese tiempo?

Los de siempre, imagino: me maravilla como no sabes Proust. Y Joyce, y Tolstoi, Henry James, Borges, Cummings, Rilke, Kafka, Brecht, Valle Inclán, García Márquez, podría estar así todo el día.

• ¿Si digo Siglo XXI qué escritores te llegan a la mente?

Pienso en escritores del XX que, por suerte, aún siguen vivos, como Alice Munro, Cormac McCarthy, Franzen, o David Foster Wallace, que aunque se mató hace tiempo, creo que, a través de algo ya inventado hace mucho, nos dio pistas de por dónde va a ir la literatura en los próximos años. Lo malo de Foster Wallace, como casi con todo, son sus imitadores o sus epígonos. Le pasa lo mismo a Bukowski.

• ¿Tienes algún referente de la literatura dominicana?

Siento reconocer que mi desconocimiento de la literatura dominicana es total. No he leído a ningún escritor, aunque conozco a Junot Díaz, que aquí es muy famoso, y a Salomé Ureña, Pedro Henríquez Ureña y Pedro Vergés. Aun así, no he leído nada de ellos.

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• ¿Qué te inspira como poeta?

No lo sé. A veces una canción, o un cuadro, o una película. O alguien, incluso. O un momento, o un recuerdo. No sé, no creo que haya nada especial.

• ¿Amor o desamor como musa?

Hubo un tiempo en que pensé que era más fácil escribir desde el dolor, porque los felices se dedicaban a disfrutar de su felicidad. Luego pensé al contrario: era más fácil escribir desde la felicidad porque el dolor no te deja concentrarte en nada. Ahora creo que cada uno escribe cuando o como quiere o puede. Y en mi caso particular, no tengo ni idea.

• Tu libro de poesía La Luna lleva tu nombre tatuado es tu primera entrega literaria, ¿cómo describirías ese momento artístico en el que nació ese libro?

No lo recuerdo. A los 22 años decidí reunir unos poemas que tenían algo que ver entre sí, temática o estilísticamente, y darles una forma homogénea. Así nació. Luego lo presenté a un concurso, y el último día de plazo para enviarlo se me ocurrió el título final (antes tenía otro). Gané el concurso y Huerga y Fierro (editores de dos poetas de referencia para mí, como Panero y Soyinka) me publicó el libro.

“Es una sensación extraña y agradable saber que hay gente que te lee en otro idioma”.

• Has sido traducido al ruso por Natalia Litvinova (Cuando los dioses no existían). Cuéntame de esa experiencia y qué ha significado para ti esto de llegar a gente que sin esto no habría podido leer tu obra. (¿En qué otros idiomas ha sido traducida tu obra?)

Para mí fue un honor que Natalia me tradujera. El editor barcelonés Albert Lázaro Tinaut dirige un proyecto de plaquettes bilingües denominado “Carmina in minima res”. Me propuso sacar una plaquette mía traducida a otro idioma. Yo elegí el ruso y le pedí a Natalia su traducción. A Natalia la conocía de antes, pues en Ártese quien pueda Ediciones habíamos sacado su libro Esteparia en España. Ella hizo un trabajo estupendo, estoy muy orgulloso de poder decir que Natalia me tradujo. En 2004 unos poemas míos fueron publicados en árabe en una breve antología de poesía joven española coordinada por el poeta Abdul H. Sadoun, un tipo a quien admiro mucho. Y hace unos meses, la poeta brasileña Adriana Zapparoli tradujo un poema mío al portugués, para una revista de su país. Es una sensación extraña y agradable saber que hay gente que te lee en otro idioma. De hecho, hay gente que me ha pedido amistad en Facebook, por ejemplo, después de leer un poema mío en portugués. Y es raro, porque en realidad no me han leído a mí. De todo esto, del problema de la autoría de una obra literaria traducida, discutíamos mucho en la universidad. Ahora, simplemente, me provoca mucha curiosidad. Pero en 2004 sí que me parecía raro que hubiera poemas míos en tiendas y librerías de Bagdad, y que incluso alguien quizá se los podría leer en árabe. Es muy raro.

 

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• ¿Es el mal hombre ese que huye persiguiendo algo que desconoce?

Ese es un verso de mi libro El mal hombre. El mal hombre, para mí, es alguien que ha cometido errores en su vida. Por eso, busca la redención, ya sea en el amor, en la huida o en la muerte. Todos tenemos una parte de mal hombre. Quizá sea, paradójicamente, la parte que nos hace ser más humanos.

• Ser poeta es…

No lo sé, bastante tengo con ser Rubén las 24 horas del día como para preocuparme por ser algo más. Yo he trabajado de todo para salir adelante, y además escribo poemas. ¿Eso me convierte en poeta? Seguramente no. Una cosa es lo que uno cree que es, o siente que es; otra cosa es lo que uno es realmente; y otra cosa es lo que los demás creen que somos. Quizá de esa síntesis salga algo que nos describa. Espero que de mi síntesis salga que soy un tío normal, alguien que pasa desapercibido. Es lo que siempre he querido ser.

• ¿Cómo evalúas el ambiente literario de Madrid de esta década?

En cuanto a la poesía, que es lo que más conozco, esto es muy distinto a hace 8 o 10 años. Antes, había pocos lugares donde se hicieran recitales, y en casi todos pagaban a los autores, y era difícil recitar. Ahora en cada bar se organizan doscientos recitales al día, y no sólo no pagan, sino que es la propia persona que va a recitar quien pide hacerlo y hasta se tiene que pagar lo que se tome. Se mezcla, además, la poesía con el espectáculo. Parece que todo vale. Quizá las vanguardias no se han asimilado bien, o al menos no se las ha interiorizado y superado. Cualquiera sale en un bar, se agarra a una cerveza, hilvana cuatro versos y al mes siguiente tiene un libro en la calle. Quizá lo que digo sea elitista, canónico, conservador, o todo a la vez. Quizá la idea que tenía yo del Madrid de hace 15 años, que es cuando empecé a publicar y a dar recitales, estaba idealizada, y siempre ha sido como es ahora; y ahora, que tengo 35 años y soy un agonías, como dice mi familia, cualquier tiempo pasado me parece mejor. No sé, el caso es que parece que en los últimos años la poesía se ha puesto de moda entre la gente joven. O no la poesía, sino el ir de bares con la excusa de leer poemas, que es una excusa como cualquier otra para pillarte una gorda (emborracharte) o para ligar (conquistar). O para ambas cosas. Lo cual, dicho sea de paso, tiene toda mi admiración. A mí la poesía nunca me sirvió para nada. Bueno, a mí mujer la conocí porque estaba de público en uno de mis recitales, así que al final no me fue tan mal.

• ¿Qué escritores y poetas actuales te llegan?

Es una pedantería lo que voy a soltar, pero la verdad es que para mí la buena literatura es intemporal. Aunque si tengo que decir algunos autores de ahora que me gusten, te diría los que he dicho antes. Pero también citaré a Modesto Calderón Reina, un poeta que hace algunos años fue accésit en el Adonáis, me hice amigo suyo hace más de diez años, y voy a tener el honor de que le publiquemos su nuevo libro en Ártese. También me gusta mucho la poesía de mi mujer, Andrea Aguirre, para qué voy a mentir. Aunque, que conste, me gustaba como poeta antes incluso de que fuera mi novia.

• ¿Qué lugar de Madrid invita a la poesía?

A mí me invita mi casa. Es donde más a gusto estoy y donde escribo. Están mis libros, están mis películas, están mis discos, está mi mujer, están a veces mis hijos… Vaya donde vaya, todo esto no lo voy a tener, así que lo que me motiva a mí es mi casa.

“Hay que tener la honestidad con uno mismo de exigirnos no sólo que no sea una mierda lo que publicamos, sino que creamos de verdad que aporta algo a la literatura”.

• Navegas entre la poesía y la narrativa, cuál de las dos es más exigente contigo?

Quien tiene que ser exigente es uno mismo. Creo que cualquier persona que escriba algo y lo publique, lo cuelgue en Internet, en fin, lo dé a conocer, tiene un punto de egocentrismo que ha de ser satisfecho. Por eso, ya que vas a publicar algo que has escrito tú, con la idea (aunque sea muy muy pequeña y esté muy escondida en tu subconsciente) de que el mundo debe conocer eso que has escrito, al menos hay que tener la honestidad con uno mismo de exigirnos no sólo que no sea una mierda lo que publicamos, sino que creamos de verdad que aporta algo a la literatura.

• Si no fueras escritor, serías…

Lo que soy, un tío que trata de ganarse la vida como puede.

• ¿Extrañas algo del Rubén que escribía sus primeros poemas? ¿Qué has ganado con los años y qué has perdido como escritor?

Cuando publiqué mi primer libro sólo había salido en alguna antología. Ahora ya he publicado varias cosas y salgo en varias antologías. Antes tenía que enviar mis textos a la gente a ver si se publicaban en alguna revista; ahora me los piden directamente. Es decir, aunque sea inconscientemente, sé que lo que escribo es susceptible de ser leído por otros. Esto, que parece de lujo, a mí me crea muchos problemas, porque toda mi vida escribí para mí, sin pensar en que nadie lo pudiera leer. Cuando enviaba textos a algún concurso, lo que hacía era recopilar cosas escritas, pero no escribía con la intención de enviar algo a algún concurso o a alguna revista. Ahora sigo tratando de escribir exclusivamente para mí, pero creo que no consigo quitarme de la cabeza, aunque sólo esté guardada en un recóndito paraje de mi cerebro, la idea de que lo que escribo, probablemente, lo va a leer la gente. Eso me condiciona aunque no quiera, y eso me ha coartado mucho la libertad. De hecho estuve muchos años sin publicar nada porque todo lo que escribía me parecía poco auténtico, como necesitado de un público, y yo lo que necesito es escribir para mí, sin tener en cuenta nada más.

“España es uno de los países de Europa donde menos se lee y a la vez donde más libros se publican”.

• ¿Cómo ha afectado la crisis que se vive en España el mundo literario?

España es uno de los países de Europa donde menos se lee y a la vez donde más libros se publican. Imagina el lenocinio cultural que es esto. Aquí se sacan libros a diestro y siniestro, pero sólo una muy minúscula parte de ellos se vende algo. Los grandes grupos ganan dinero con dos o tres títulos al año, y los sellos independientes hacen lo que pueden para, al menos, sufragar el próximo título, como nosotros en Ártese, por ejemplo.

• ¿Qué es lo que más te agrada de ser profesor de literatura?

Es lo que más me gusta y lo que creo que se me da bien. Estar con los chicos es muy motivador.

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• Cuéntanos sobre tu trabajo de editor en Ártese quien pueda editores y sobre ese proyecto.

En realidad los líderes del proyecto son los poetas Paco Najarro (ahora desde Chile) y Miguel Casasola (desde Madrid). Yo hago apoyo moral y organizo algún evento. Es un proyecto editorial sin ánimo de lucro, todo lo que sacamos de la venta de libros lo invertimos en editar otros títulos. También contamos con la figura del mecenazgo: cualquier persona puede sufragar los gastos de edición de cualquiera de nuestros libros, gastos que luego se le devuelven con los beneficios de las ventas. Hasta ahora hemos publicado libros fantásticos, animo a todo el mundo a visitar nuestra web: www.artesequienpueda.com. Sacamos poesía, y por ahora una novela. Tenemos en catálogo algunos de los autores jóvenes que seguramente darán mucho que hablar los próximos años.

• ¿Qué lees en este momento?

Estoy con Decadencia y caída del Imperio Romano, de Gibbon, y releyendo el Diario de un poeta reciencasado de Juan Ramón.

• Tres libros de escritores jóvenes españoles que recomendarías:

Conozco a bastantes escritores jóvenes españoles, así que para que nadie se moleste voy a citar a “mi gente”: mi amigo Paco Najarro, que tiene un fantástico libro en Vitruvio, El extraño que come en tu vajilla, y el último libro de mi mujer, la poeta argentina Andrea Aguirre, La infancia suicida de Verónica Qué.

• ¿En que trabajas actualmente?

En lo que puedo. Doy clase. También estoy liado con un guión para una peli, con los últimos retoques a una novela que publicaré en breve, con el nuevo libro de poemas y con las críticas que hago de cine y ópera para diversas páginas web.

 

Poemas de Rubén Romero Sánchez

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“Pero el hombre no puede lograr su redención, ni pagar a Dios por su rescate”

(Salmos 58,11)

 

Dejaré mi dinero en la mesilla,

mis tarjetas de crédito en el descansillo,

mi último nombre en el umbral de tu vestido.

Hoy vamos a bailar hasta que a dios le dé vergüenza.

 

Yo no te conozco y tú no me conoces.

Yo he matado a alguien y tú eres mi refugio,

ya podemos empezar a vencernos,

nunca fue tan fácil pillar a un hombre herido.

 

Mi conciencia se ha tomado el día libre,

dice que una derrota no es mala sustituta.

Ayer salí en la tele y mi madre se pondría a llorar,

si hubiera salvación esta noche te odiaría.

 

Dejaré mi dinero en la mesilla,

mi condena en mi próximo exilio,

mi último nombre en tu boca de mil nombres.

Huyo tan deprisa que ya no sé quién soy.

 

2

 

“… y todo el mundo está

enamorado y las flores se cogen solas”

(e.e. cummings)

 

te amaré desde Legazpi hasta Delicias,

mi corazón será la tragaperras

y tú la moneda que lo estrene.

cuando bajes del andén

tu mirada de estrella de cine

será las baldosas amarillas de mis falsos recuerdos,

les pediré a mis padres que no me escriban cartas,

todo lo lejos que pueda estar

me perderé como un barco de papel

en el desagüe.

te amaré lo que dure mi zozobra,

no quedan valientes en el campo de batalla,

alguien pronuncia un nombre antiguo

que se adhiere a mis zapatos

como balas de plomo al inocente

que muere contemplando briznas secas de hierba.

ya no quedan enemigos,

la noche estalla en besos

falsos como proclamas,

yo te amaré durante una estación,

luego las estrellas se desplomarán

cansadas de tanto abandonarme

3

 

Nunca cesará este otoño que nos vence.

Llegará un viajero y dirá que somos únicos,

soñará nuestros sueños podridos y quemará nuestros rosales.

Cada nieve esconde una tormenta,

cada clamor el silencio de un verdugo.

Nunca cesará este otoño que nos vence,

jamás seremos para siempre tan hermosos.