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Por Juan Dicent

Entre smog, bocinas, calor intenso y lluvia sin pronósticos, vive nuestro super héroe. No necesita doble personalidad como Batman porque a nadie le importa. Y de que hace heroísmo diario no hay duda. Mantiene, con una ganancia que es un enigma, cuatro hijos con la esposa, seis hijos con la querida, la mamá con la cadera rota y un primo tercero de la mujer que vino de San José de las Matas a pasarse un fin de semana en la capital y lleva 12 años estudiando en la UASD los últimos 12 días de Immanuel Kant. Es Accesory Man. No tiene el equipo que necesitas, pero sí tiene un accesorio:

-Accesory Man, ¿tienes un motorola v260i?
-No, pero tengo la antena…

Se mueve entre los carros sin importarle el rojo o el verde del semáforo. Vuela hacia un Toyota Camry de la segunda fila evitando por dos centimetros el Suzuki Vitara que arrancó en amarillo.

-Accesory Man, ¿tienes una plancha?
-No, pero tengo el enchufe…

Su traje de super héroe es una creación propia. Full de alambres y portacelulares que lo protegen de los rayos de la miseria y de la demencia. Miles de accesorios iguales, esperando una demanda gigante de cargadores de celulares para carros.

-Accesory Man, ¿tienes por ahí un inodoro?
– No, pero tengo la flota…

Sus poderes son la resistencia al clima, a la sed y al hambre, la paciencia hacia los policías y un sentido sensorial tan desarrollado como el del murciélago. Desde lejos adivina quién quiere un portacelular, quién necesita una pila para un Blackberry, quién desea un handsfree para no tener que bregar con un villano Amet.

-Accesory Man, ¿tienes una estufa?
-No, pero tengo una hornilla…

Todos los días son iguales, menos los domingos. Se levanta con el sol, se come un mangú con salami o yuca con spaguettis, y se engancha en una OMSA apareciendo en la Churchill con el grito “Testudine, et facie”. Aquí baja a la Bolivar para hablar con Mr. Skimice, tal vez chupa lentamente uno de chinola y tira la envoltura al suelo, of course. En la Sarasota discute con varios mendigos sobre el contrato de 250 millones de dólares de Alex Rodríguez, sobre si Alex Rodríguez es gringo o dominicano; de nuevo en la 27 devora el culo de una cajera del BHD que pasa devorando una empanada de lambí y, mirando una nube igualita a un pollo con wasakaka del Provocón IV, se pregunta si va a llover. En la noche regresa a su casa, después de la cena y del juego de pelota se duerme sin soñar. Los domingos su heroísmo consiste en beberse una lata de Brugal sin desmayarse jugando dominó en colmadón “El Compa”.

Míralo ahí, volando detrás del palomo de la yipeta que aprovechó el verde para llevarse un cargador de un iPhone sin pagar, y Accesory Man entra al tráfago de Santo Domingo como entra un murciélago al cielo, con los ojos cerrados y la boca abierta.

 

 

Juan Dicent