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Por Elidio La Torre Lagares

El camino de conocimiento, según Gloria Anzaldúa, requiere lucha, tesón, vida. Miramos a nuestro alrededor y buscamos entendimiento de las cosas, mas, sin embargo, todo nos parece cada vez más distante, lejano e inasible.

Pero este es un buen día para las grandes ideas.

Todo el mundo coincide en el modelo desgastado de orden social, económico y gubernamental en Puerto Rico. Se ha disuelto el aliento en maneras y modos que ya no satisfacen nuestra necesidad de vida como individuos y como sociedad.

Ya no hay plan maestro ni maestros del plan. Somos asincrónicos con el orden del cosmos porque ya ni siquiera el papel de la religión institucionalizada complace ese Eros reprimido que sublimamos con un valor metafísico. Ya no hablamos de hacer dinero ni de aspiraciones laborales ni de un mejor futuro porque toda nuestra experiencia física obedece a complacer una sola cosa: nuestro deseo interior.

Mas todo se mueve en la física del lenguaje, la arquitectura de la palabra y necesitamos tornar todo esto en forma artística.

El camino del conocimiento, dice Anzaldúa, reclama un encuentro con nuestra sombra para confrontar todo aquello para lo que hemos sido programados, ya sea por medio de nuestra cultura o, en nuestra existencia incompleta y trunca, por nosotros mismos.

Evitar es rechazar, y rechazar es desconocer, o inhibirse de las facultades.

Villa del Sol, Avenida Universidad, Paseo Caribe… una bota que entra por la boca.

Todo acto de creación conlleva una intensidad similar de destrucción.

Es tiempo de revertirlo todo. Todo.

O es eso, o será el olvido.

Al final, todo será inmaculadamente es-pec-ta-cu-lar

 

Arte: Vaclav Blaha, It´s Raining Red, 2007. Acrylic on canvas, 205 x 215 cm. Courtesy of Galerie Montanelli. Photo: Magdaléna Blahova