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San Pedro de Macorís es una provincia de la República Dominicana, enclavada en el estuario del Rió Higuamo. Limitada al Sur por el Mar Caribe, al norte por las provincias Monte plata Hato Mayor y el Seybo, al Este por La Romana y al Oeste por Santo Domingo.

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En este pueblo han nacido algunos de los grandes poetas dominicanos como Pedro Mir (poeta nacional), René del Risco Bermúdez y Freddy Gatón Arce. A ellos y a todos, dedicamos estas imágenes acompañadas de sus poemas.

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Pedro Mir

Alegría de la mañana blanca
Son
las nubes
de almidón.
¡Estoy de besos henchido
como una vela blanca!
Alza mi alma un sonoro
cáliz de ritmo de plata
en la misa del sol y del verso
bajo los cúmulos de algodón.

Esta es la fiesta de un hombre
que emborrachó de emoción.
¿Quién te llevó por el río
para besarte la falda?
¿Quién te decía los versos
y te confiaba las cartas?
¿Quién te apretaba el meñique
y los besos te robaba?

¡Ah, las nubes de almidón
me poetizan la mañana!
Nadie te cuenta mis gozos
de almidón de nube blanca,
y tu sombra me persigue
por esta alegría larga…
¡Siga el canto! ¡Siga el canto!

Que el pecho me da en merengues
un corazón de guitarras!
Están de almidón los días
y de almidón las semanas:
días,
semanas,
días,
semanas
y siempre las alegrías
de almidón por las mañanas.

¿Quién sorprendió los cariños
y te contó las pisadas?
¿Quién se achicó en tus pupilas
por culpa de una mirada?
¡Ah, la mañana se asombra
de nubes almidonadas…!

Fiebre de luz y de sombra
violentamente contrastan,
las mismas que me dibujan
y en tus ojos me retratan.

¿Fiesta? La de tus ojos.
¿Parranda? La de tu cara.
Felicidad y alegría.
¡Triunfo de las nubes blancas!
Conviérteme todo en besos
para estamparme en tu cara.

Perdo Mir recita Hay un país en el mundo”

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René del Risco Bermúdez

Eurídice Invencible 

Digo amor
y es el tiempo de los pasos cantando
y la invencible alondra que cuidó nuestro invierno.
Digo amor
y de pronto principio a conocerte
inmóvil junto al muro
con tu voz resignada…
Digo amor
y camino buscándote el aliento
con la misma mirada con que escribí tu nombre
al sur de aquella tarde
que, tibio, el mar lamía,
para que tú me dieras tu beso repetido.
Digo amor,
y regresas hacia los pastizales
aromados de lluvias y cercanas violetas;
tu cabeza de niña busca el dormido pecho
donde los días sueñan con tu risa y tu frente.
Digo amor
y hago un alto bajo el cielo que rueda
hacia ti suavemente, como rueda este canto
con que yo te recuerdo imperdonablemente…
Digo amor,
y esta isla tendrá tu nombre:
Eurídice…!

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Freddy Gatón Arce

Sueño Eclosivo  (fragmento)
Para el amor todo se hace breve lentitud. La inconstancia no mira en la habitación obscura, ni se explaya en la furia. Luceros sin almendros perjudican la profesión de adorar. No mueven al odio salvador del hastió. La realidad precisa un natural encantamiento interior, emocionado, al reverso de los ojos, intensamente. La madrugada pertenece al gato negro -viejo habitante de lo apacible- se queda en la azotea húmeda -órbita de la noche raptada al cielo. Danza y otros pies habitan su frenesí. La pena no sonríe, ni ciena. Ni melancólica quietud ni albor de ruiseñores, suenan tres perdones en la ventana -quebrantamiento de la cita lunar y las cortinas. Ojos de imágenes sagradas quedan sepultados en las conquistas sin copas que calman los grises -prolon- gación del aire hasta la aurora. ¡Todo quedará’ distinto! Lejana reconstrucción del mundo, sucin- ta arista de la mudez, y tú, intachable en la prolongación del vicio. Para nacer escogeremos la perla del campanario nadando en la alborada -suave admiración de la caída. Floreciendo todo, no nos distinguiremos, será preferible fabricarnos una manzana inicial en un camino siempre inho- llado. El brotar de las cavernas precisa raro encantamiento y uno que otro movimiento pulmo- nar en la quimera. Consumirse mueve al desorden. No diviniza la serpiente que está en turno, hay que dejarla lomizando los troncos del insomnio. Latiremos una vez y el eco nos lo repetirá al infinito -oído interior petrificado en la disolución de los pétalos, burda mecánica en las orillas. Para nuestra primera divinización, volvamos a la intemperie, rechacemos los pies. Después del nacimiento, la perduración del amor necesita intensa embriaguez de entrañas.

 
Freddy Gatón Arce recita Poema del niño y el hombre.

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Otros poetas nacidos en San Pedro de Macorís: Norberto Rawlings, Victor Villegas, Vinicio Viguera Ozuna, Carmen Natalia Martínez Bonilla, Ludín Lugo Martínez, Francisco Rodríguez Charro, Antonio Frías Galvez, Yina Sergia Ducos Castillo, Cesar Isarael Sánchez Beras, Bruno Silié Mercedes, Ramón Federico Bermúdez Ortega, Edelmira Cabral de Valdez.

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