peace

GG

Hace varios años pasamos las navidades en Atlanta, allí mi prima me hizo un regalo muy hermoso, se trataba de una bola de navidad para nuestro árbol navideño y una toallita para el baño, objetos que atesoré por el cariño con que me fueron obsequiados. Cuando llegamos a casa luego de las celebraciones guardé  el hermoso regalo para las próximas navidades, sin presentir que perdería el rumbo de aquellos objetos.

Pasa con frecuencia que los adornos navideños se nos olvidan durante todo el año y al llegar las fiestas  recordamos que existen y los desempolvamos. En mi caso me he mudado tanto que ya ni recuerdo cómo fue el primer árbol de navidad de mi familia, bueno por eso de las mudanzas y porque un ladrón entró a nuestro apartamento el 31 de diciembre de ese año, llevándose consigo mi cámara Nikon, de la que no me despegaba desde la universidad. pero esa es otra historia que casi me cuesta la vida.

El hecho es que ese recuerdo no lo tengo muy fresco, así como el de muchas otras navidades, solo llegan a mi mente  instantes en los que  me veo sentada en el piso destapando regalos, o en los que observo a mis hijos haciendo lo mismo. Ese regalo de Atlanta se perdió en mi memoria por mucho tiempo y no volvió a aparecer hasta que saltó de un rincón de mi clóset  justo a tiempo para esta navidad.

Ese reencuentro fue como si me regalaran de nuevo los lindos objetos navideños, y una señal de todo lo que he reencontrado este año que pensaba perdido.

Yo encontré mi bola de navidad para adornar el árbol y mi toallita con la palabra paz bordada, y si; este año luego de mucho navegar por este mar de  fugas, he reencontrado también esa tranquilidad que da el no volver a mudarse por un tiempo, ese volver a llamar hogar al lugar donde vives. Luego de 7 años viviendo en este pantano he encontrado a Miami.