Mi Amado, hay una fuente que transcurre en el mismo latir de la costumbre, cuando duermes en brazos de la luna y te acercas al umbral donde la transparencia despierta de su sueño.

Hay un despertarse melancólico en el amanecer de las estrellas que inunda de luz a los galápagos, y se vuelca entre rosales alrededor de los murciélagos.

Me levanto y en el sudor de la mañana vibra mi deseo. Te miro, mi amor, y en estas lides en que el Verbo me acompaña sé que eres un río que lleva el agua de la divinidad, el agua mansa, inamovible que cruza los desiertos por el cielo.

Mi amor, qué fiebre poseí que eras mío y quise arrancar de mi cuerpo las cadenas, como si mi piel quisiera alejarse en tu camino, que te fueras a la playa donde quedaste en el filo de las horas, y que el tiempo madrugara entre tus brazos, para que me mirases lentamente y yo viera en tus ojos el mismo alba que cruza el firmamento.

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Mi Amado, qué jardines encontré que me mirabas y venías a buscarme con el sabor veraniego de los días que anochecen entre lunas que han palidecido en su deseo.

Soy pálida y llevo el luto de la noche. Vivo en el duelo de lo que se perdió en el mar, de lo que aconteció en los ojos y en los labios, cuando llegabas y me desasías de la sombra, cuando en la penumbra conquistabas el suelo cubierto de amapolas.

Guaréceme en el bosque de tus manos. Que la piel alargue las tormentas, que mi lluvia planee sin cesar sobre tu cuerpo.

En los manantiales volqué mi singladura. Era de una vastedad abrumadora, un agua que salvaba en la intemperie, y yo me relucía, fulguraba, como un campo lleno de siemprevivas que sugieren la resurrección de todos los muertos que ahora respiran más allá de donde crecen los talismanes del tiempo.

Soy la que recuerda, la que enciende velas, la que huele a incienso, la que arrastra las flores y se propaga en la misma medida que la noche.

Soy la que vibra en tus labios, la que atesora los poros de tu carne, la que tiene hambre de miel y de centeno, la que te mece en los arrabales del silencio.

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Mi Amado, me persigue el unicornio que perdí, el que se me cayó entre los dedos y quiso llegar hasta donde el sol alumbra con su cera.

Fue un amanecer lleno de blancura, cuando el alba se vistió de alba, y la mañana aconteció limpia, sin llantos ni zozobras, sólo siendo rocío de los días.

Qué caparazón se cayó al suelo que en mis labios se agazaparon esos besos que tenía guardados para ti, para que conocieses los pliegues de mi lengua, para que mis palabras traspasasen los límites de lo que se permite y se consiente, para llegar a la tierra donde vive la conflagración de los vientos y los dioses y yo pudiese darte el almizcle de mis ingles.

Qué soledades me guardé que fueron tuyas. Me viviste en el seno solitario de la purificación, al lado mismo de la nada, cuando la nada se vistió de noche, y la noche alumbraba la penumbra de la misma luna que crecía en ese cielo que me envía los ángeles de las pronunciaciones.

Sobre la poeta:

Teresa Domingo Català nació en Tarragona el año 1967. Es licenciada en Ciencias Políticas y en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado los libros de poesía Iris de sombrasLoliloquiosLa nieve los ángelesUn amor que palpita solitarioEl gravitar el aguaCompasión en el tiempo de los locosMajar las rosasLuzbel de penumbraLuna muerta y Destrucciones, y ha sido incluida en distintas antologías, entre las que destaca Sangrantes. Es autora, además, de un ensayo sobre el poeta argentino Guillermo Pilía. Sus poemas se han publicado también en revistas digitales como Cuaderno Ático y en blogs como Erosionados, y algunos han sido traducidos al náhuatl y el esperanto.
Tiene en su haber varios galardones literarios, como el Premio Nacional de Poesía José Zorrilla (Valladolid, 2006), la Mención de la Editorial Hespérides de La Plata, Argentina (2006), la Selección en el I Concurso Internacional de Poesía de Viña del Mar, Chile (2007) y el tercer Premio de Cuento del Concurso Interdisciplinario de Arte de la revista argentina El Rescoldo (Buenos Aires, 2007). Ha sido finalista, además, en el Concurso de Poesía del periódico La Vanguardia (mayo de 2008) y en el Premio de Poesía Hermanos Argensola (2008).
Desde el año 2005 ha participado en numerosos recitales poéticos en Barcelona, Gijón, Madrid, Tarragona y Valladolid.