©Por Glenda Galán

Conversar con René Rodríguez Soriano es, para mí, tan grato como leer sus libros. Nuestros encuentros en Miami, casi siempre, van acompañados de un sabroso cortadito y del rico sabor de un sándwich Elena Ruz del Restaurante Versailles, pero en este nuevo encuentro, desayunamos en Buena Vista Deli del Miami Design District.

Como amante de la literatura este prolífico escritor ha dedicado gran parte de su vida a leer, a impulsar a escritores emergentes y a construir una sólida obra de la que platicamos, sorbo a sorbo, mientras la ciudad nos regala un sol estupendo.

René, vienes a Leer en Altamira Libros. Hablemos de este evento

Voy a presentar Jugar al sol que es una selección de mis libros de cuentos, hecha por el escritor santiaguero Máximo Vega. Además, también leeré del libro No les guardo rencor papá, un texto centrado en la expedición del 14 de junio de 1959.

Has cultivado la poesía y la narrativa, ¿hacia dónde te estas inclinando más, en estos momentos de tu producción literaria?

Al del lector. Yo leo más de lo que escribo.

¿Qué estás leyendo ahora?

Estoy re leyendo En el tiempo de las mariposas pues, precisamente, vine a la Florida a un Maratón de Lectura de Julia Álvarez.

¿De los poetas dominicanos que has leído cuál es imprescindible para ti?

Franklin Mieses Burgos, porque creo que en él hay toda una escuela de dónde aprender y un imaginario que todo escritor quisiera conocer y penetrar. También puedo hablarte de Aída Cartagena Portalatín, Máximo Avilés Blonda y Marcio Veloz Magiolo, cuya poesía es extraordinaria, aunque no es tan conocida como su narrativa.

¿Con qué libro tuyo me recomendarías empezar a leer tu obra?

Desde siempre he tenido un apego por Julia. Es un libro al que siempre vuelvo. Una vez dije que es el único libro que rescataría del fuego y todavía sigo pensando igual.

¿Porqué Su nombre, Julia

Es un libro que está muy fijo en mí y es, quizás, el momento donde logro comenzar a hacer algo que siempre quise hacer. En principio escribiendo cosas que consideraba que eran poesía, y que todavía hoy, hay gente que piensa que lo es. En el fondo, yo quería contar historias, y esos primeros textos, aunque estén dentro del ámbito de la poesía o estén escritos en renglones, cuentan pequeñas historias. Entonces, con ese libro se inicia un trayecto que he andado durante todo este tiempo.

¿Qué piensas de la literatura que se está haciendo en Miami?

Yo viví en Miami quince años y en ese tiempo hice amistad con un grupo de escritores, mayormente colombianos, que es un grupo de una raigambre poderosa y hay escritores que, todavía hoy, están vigentes y siguen trabajando, como Jaime Cabrera González, que dirige un taller de jóvenes escritores. Antes, lo que había era muy disperso, ahora, entre los jóvenes escritores que he podido conocer, se ve más compacta la escena literaria. Hay muchos más espacios que los que habían, cuando yo vivía en Miami y ha llegado mucha gente nueva de Latinoamérica o de otros lugares de Estados Unidos.

¿De los escritores jóvenes que has leído, no solo de Miami, hay alguno que te haya sorprendido gratamente?

Recuerda que soy editor, y dentro de ese ámbito he conocido a mucha gente interesante. Te he publicado a ti, a Rey Andújar, de República Dominicana, a Felipe García Quintero de Colombia, a la recientemente desaparecida escritora, Mexicana, Cristina Swain, la conocí hace unos años, y así muchos otros. Hay toda una camada de escritores con muy buena sustentación, en lo que llamaría el Español de Estados Unidos.

¿Cómo se desarrolla tu vida como escritor en Texas?

En Houston propiamente, no hay un espacio muy amplio de escritores hispanos. Ahora bien, en San Antonio, San Marcos, Austin y más al sur, por el Valle de Río Grande, en Corpus Cristi y toda esa zona, hay una serie de escritores con quienes he tenido contacto, como Elvia Ardalani, que dirige la editorial Medio Siglo y publicó, mi libro, Nave sorda. También hay algunos espacios interesantes como el Festival Letras en la Frontera, donde hay escritores como el Chileno Santiago Daydi-Tolson, el mexicano Alfredo Avalo, Ramiro Rodríguez y Rebecca Bowman, una vigorosa narradora norteamericana, pero escribe en español, a quién la  publiqué  u libro excelente, titulado Portento de otros tiempos, que es un libro excelente. En toda esa parte de Estados Unidos hay un movimiento muy interesante y hay una vida cultural muy valiosa. La mayor actividad que yo he tenido a nivel de la Universidad ha sido en la Universidad de Texas y en el Houtson Community College, donde he dado charlas, conferencias y lecturas. Hablando básicamente de la literatura del Caribe.

En tus inicios laborales te dedicaste a la publicidad ¿Qué recuerdas de ese tiempo?

Hay muchas cosas que yo recuerdo, por ejemplo, los problemas que pude resolver en momentos difíciles, y me viene a la mente el agradecimiento de un cliente que quería publicar una de doble página en todos los periódicos un lunes, después de Semana Santa. Yo le dije que pensaba que no era buena idea, pues uno no sabía cómo iba a llegar la gente del asueto. Ese cliente me agradeció muchísimo porque, al amanecer de ese lunes, al presidente de la República Dominicana se le ocurrió pegarse un tiro y el país entero solo estaba en eso. Hubo muchas cosas como esas y  muchas satisfacciones en esos veinte años de mi vida.

¿Qué te hizo venir a Miami y dedicarte a la literatura,  luego de tener una Carrera exitosa en publicidad?

Hasta el 1991, en el primer gobierno de Leonel Fernández, las reglas del juego eran unas y a partir de ahí las reglas del juego son otras. Se produce una serie de liberalidades y de cambios en el negocio de la publicidad. Hay una apertura y las agencias multinacionales que, hasta ese momento, no podían manejar las cuentas que tenían desde fuera, comienzan a entrar, entonces ,todo se recompone. En ese entonces y manejaba dos o tres cuentas multinacionales como American Airlines y en un momento determinado ya no tuve más acceso a esas cuentas, por lo que el negocio dejó de tener importancia para mí. Mis hijos estaban viviendo aquí y yo decidí venir para hacer literatura que era lo que yo siempre quise hacer.

¿Valió la pena haber venido?

Sí.

¿Porqué?

Porque dejé de hacer algo que me impedía hacer lo que yo quería hacer, que era escribir lo que yo deseaba y no escribir porque me estaban pagando para escribir sobre un producto o una marca.

¿Cuál ha sido tu mejor momento en cuanto a tu trayectoria literaria?

Hay muchos, recuerdo la primera vez que fui al Festival de Barranquilla en Colombia, una señora que fue a mi lectura se paró desde la última fila, con su andador, para colgarme en el pecho un Rosario, porque ella se sintió muy conmovida con lo que leí. Para mí el mayor premio es conectar con los lectores.

¿Qué le dirías a un joven que esté empezando a escribir, sobre este oficio?

Le diría que lea mucho y que dude de todo lo que le digan, hasta de lo que yo le diga y que forme una consciencia crítica.

¿Qué falta en la literatura dominicana?

Lectores

¿Y qué sobra?

Gente que se cree que es escritor. En República Dominicana todo el que publica un libro se considera escritor. Cualquiera puede publicar un libro y puede publicarlo por cualquier circunstancia. Publicar un libro o diez libros no te hace escritor. Ser escritor es dedicarse a escribir, dedicarse al oficio y hacer consciencia del oficio.

En tu vida personal hay tres figuras muy importantes que son tus nietos, ¿Te gustaría que alguno de ellos fuera escritor?

Sí. Mi nieto mayor Rebel me hizo comprarle una libreta, que estoy loco por ver, pues él quería escribir unas historias y quería que su abuelo las editara. Para mí sería, realmente, el mayor premio. Yo espero que él esté escribiendo ese libro y que, en cualquier momento, me sorprenda.

 

Lectura de René Rodríguez Soriano en Altamira Libros:

De Julia

De No les guardo rencor Papá.