Por Mildred Rodríguez

Taller Vocal y Consonante

Adsael era uno de los guardianes de la humanidad. En aquellos días en que las hijas de los hombres brotaron de la tierra como cerezos muchos guardianes sintieron un apetito insaciable por ellas, entonces, decidieron reunirse y juraron en el monte Hermon, bajo anatema, comprometiéndose, a espaldas de Dios, a cumplir este capricho.

Eligieron las más hermosas y Adsael penetró en el cuerpo de Yenmary. Al igual que sus compañeros, le enseñó a su predilecta el arte de las caricias, la interpretación de los sueños, los mensajes de los fenómenos naturales, los secretos ocultos de los árboles, magia y astrología, todo lo prohibido por el Señor.

Yenmary nunca se imaginó el origen de su amante, hasta que su vientre empezó a crecer de forma acelerada. Esa noche él entró a su tienda con otros de su misma especie quienes, para salvar su vida, realizaron una extraña intervención. El niño lloró aun en el vientre de Yenmary, anunciando el destino final. Muchas mujeres murieron antes de parto pues sus criaturas las devoraban en sus entrañas. Y fue así como nacieron los gigantes, hombres temibles que, de una zancada derrumbaban montañas, aplastaban árboles, exterminaban cosechas, animales y bebían sangre humana.

La sangre enlodó la tierra, subió su hedor en forma de reclamo al cielo, fue entonces que aguas alcalinas cayeron sin cesar durante cuarenta días de oscuridad, la gente se trasladó a las montañas pues, toneladas de tierra se hundían en las profundidades del mar. Ni siquiera el metal más fuerte soportaba tanta humedad. La lluvia ahogó los árboles, las colinas se resbalaban unas con otras, los ríos se interrumpían, temblorosos, el paso. Adsael y los demás vigilantes dejaron a sus esposas e hijos y volvieron al Padre como cucarachas temerosas de ser aplastadas, se escondieron y fueron encadenados por tres mil años.

Ahora, tras su liberación, los vigilantes se sorprenden de lo poco que ha cambiado el hombre. Se lanzan con un apetito descontrolado sobre sus hijas que ahora son más misteriosas, lujuriosas y no hacen preguntas.