©Por Glenda Galán

Karim Mella es el primer dominicano que logró escalar a la cima del Everest y que ha vuelto a coronar la cima de esa montaña.

 

Karim Mella es el primer dominicano que logró la hazaña de subir el Monte Everest en el 2011. En esa ocasión, el montañista y director de la Fundación Siempre más, libraba una batalla mayor, mientras colocaba la bandera dominicana en uno de los puntos más altos de la tierra, su lucha contra el cáncer.

Meses más tarde de lograr coronar la cima del Everest, por primera vez, tuve el placer de entrevistarle. Viajé a Sarasota donde me recibió en su hogar, junto a su esposa Larissa y su hija Lara. Allí pasamos toda la tarde conversando y nos invitó a que asistiéramos al triatlón en el que participaría al día siguiente. Así lo hicimos, pudiendo celebrar su triunfo en aquella competencia.

Siempre recordaré que al ganar el primer lugar me regaló la medalla, presea que aún conservo, como también conservo su amistad que es, para mí, un tesoro invaluable.

Han pasado más de cinco años desde aquel trayecto de Karim hacia la cima del Everest.. Han pasado dos semanas desde que volvió a lograr llevar la bandera dominicana a la cima de la misma montaña. Esta vez, en un viaje que disfrutó paso a paso, mirada a mirada, instante a instante, a pesar del peligro y de la pérdida de varias vidas humanas que este año, desafortunadamente, se produjeron en esta temporada de escaladas.

Karim conversa conmigo sobre esta segunda mirada al Everest, sobre los retos que enfrentó para llegar de nuevo a la cima y de la satisfacción de haber logrado su objetivo.

 

Aquí la entrevista en RD-Miami

 

-¿Qué te motivó a subir de nuevo el Monte Everest?

-Desde pequeño mi pasión ha sido la montaña, la excursión, la aventura. Esta vez, tuve la oportunidad de volver y de continuar con mi pasión.

-¿Cómo fue esa segunda mirada al Everest?

-Las dos expediciones fueron muy diferentes. La primera expedición, por supuesto, fue magnífica. Era la primera vez que nuestra bandera llegaba y la emoción de todo eso fue enorme. La segunda expedición fue quizás un poco más interesante, porque no había presión de nada y yo sabía exactamente lo que quería ver de nuevo y disfrutar más que la primera vez. Esta segunda vez fue súper divertida, vi todo con unos ojos más tranquilos.

-¿Qué te dio esta vez el Everest?

– Me dio muchas cosas. Desde que subí la primera vez en el 2011, hasta ahora, físicamente, me han pasado muchas cosas. Como sabes, la otra vez yo subí con cáncer y lo vencí después de esa subida. También tuve ciertas lesiones: mi tobillo fue reconstruido en el 2012 y en el 2014 tuve una operación en la rodilla. A parte de eso, ya uno no es tan joven como en el 2011.

En esta ocasión yo me quería demostrar a mí mismo que todavía hay cosas que yo puedo hacer y que puedo divertirme haciéndolas.

Yo disfruté esta expedición mucho más que la primera.

-La disfrutaste, pero este año se perdieron diez vidas humanas en el Everest. ¿Cómo seguir subiendo hacia la cima, sin desenfocarse, cuando te enteras de que algunos de los que hacían lo mismo que tú han perdido la vida en el intento?

-Ante todo, uno nunca puede perder el foco. Uno se enfoca e la cima, en su expedición. Hay muchas cosas externas que afectan, pero uno tiene que pararlas ahí. Eso no solo pasa en la montaña. En la vida cotidiana uno debe enfocarse, sino no puede hacer las cosas.

Este fue un año muy trágico, como dices. La primera pérdida que se produjo fue la del mejor montañista de estos días, Ueli Steck . Falleció el día 30 de abril.

Cualquiera diría: si eso le pasó al profesional más famoso del montañismo, imagínate a nosotros. Pero como te digo, uno mantiene su enfoque en lo que está hacienda y se dedica a ello. Uno debe entender lo que está sucediendo, aprender de eso, pero no dejar que esa realidad lo afecte mentalmente.

Gran parte del esfuerzo que uno pone en la subida al Everest, o en otras expediciones de ese nivel, es mental.

-¿Hubo algún momento en el que titubearas al subir, en cuanto a lograrlo o querer devolverte?

-No, nunca tuve ese pensamiento ni en esta expedición, ni en la primera.

El único pensamiento que tuve fue que se me estaba acabando el tiempo. Yo tenía que volver en una fecha específica. Viendo el clima me preocupaba, pero a última hora todo salió bien. Yo había puesto el día 22 de mayo como mi último día de cima y, gracias a Dios, lo logré.

-Tienes de frente la boda de tu hija que se efectuará en unos meses ¿Cómo influía eso en ti?

-Eso estaba permanentemente en mi cabeza y lo veía como una alegría.

-Un grupo de dominicanos radicados en Miami, como tú, nos reunimos para seguir las últimas horas de tu trayecto y pudimos celebrar cuando llamaste a Julio De Peña para decirle que habías coronado Everest con la bandera dominicana en las manos, por segunda vez. Cuéntame sobre lo que viviste tú en esa última parte de la subida.

Este año hubo pocas ventanas de cima (días aptos para hacer cima) y ese día estaba programado que seríamos unos treinta y cinco escaladores, pero hubo un grupo que llegó el día anterior y que no hizo cima ese día. Ellos esperaron junto a nosotros.

Entonces éramos setenta. Yo salí de último con dos de mis compañeros, a eso de las nueve de la noche. Durante toda la noche, estuvimos pasando escaladores, algo que es muy peligroso allá, porque te sales de la ruta. Cuando yo reconocí que habíamos llegado al balcón (que es donde cambiamos los tanques de oxígeno) me di cuenta de que en tres horas habíamos llegado y le recordé a mi sherpa que debíamos llegar a la cima al amanecer, que fuéramos un poquito más despacio.

Hicimos una parada más adelante para dar tiempo y a las cuatro de la mañana empezamos a caminar de nuevo. En diez minutos llegamos a la cima.

Eso fue increíble. El sol empezó a salir y vimos la sombra del Everest. Esa es la única hora a la que se puede ver.

-Perteneces al ejército de los Estados Unidos, ¿ese entrenamiento te ha ayudado a la hora de escalar?

-Sí, sobre todo en la parte mental. 

-Cuando te entrevisté, luego de tu primera subida al Everest, acababas de ganar un triatlón, aún luchando contra el cáncer.

¿Qué significó subir ahora, habiendo vencido una montaña más difícil, como lo es esa enfermedad?

Desde esa época yo he creído que he tenido una segunda oportunidad en la vida. No solo por eso, sino por cosas que también sucedieron en Afganistán y en otros lugares. Por eso quiero aprovechar esta segunda oportunidad. Por eso, a diferencia que el primer viaje, me sentía tan bien compartiendo la travesía. Yo escribía lo que iba pasando, incluso, me falta escribir la última parte.

-¿Porqué subir la bandera dominicana al Everest?

Es parte de mí. En esa bandera están todos los dominicanos, todos los amigos, todos los excursionistas, toda la familia. A parte, tantas malas noticias y cosas negativas que están pasando ¿Porqué no animar un poco?

-¿Sigues con la Fundación Siempre más?

-Sí, seguimos trabajando para los jóvenes, porque tal ves nosotros no cambiemos lo que está pasando, pero por lo menos ponemos un granito de arena y le damos oportunidades a algunos jóvenes a que tengan vivencias que quizás puedan convertirlos, luego, en parte de grandes expediciones, más allá del Pico Duarte.

-Siempre motivas a uno a pensar que la perseverancia da frutos y que siempre hay que seguir nuestros ideales. Espero que tus próximas montañas te sigan dando las mismas alegrías que el Everest.

– Gracias por la oportunidad de permitirme compartir mi experiencia y de dejar saber a quienes te leen y te ven por televisión que sí, que la perseverancia al final paga. Tenemos que ser persistentes en lo que queremos, seguir nuestros sueños y nuestras pasiones.

 

El segmento de Dominicana en Miami en el programa RD-Miami se transmite todos los  domingos a las 9:00 p.m. en TV Quisqueya y en Vega TeVe.