Por GG

El arte es la expresión de un sentimiento, un dibujo en el aire

Máximo Caminero.

 

El rastro de su obra no es más que su proceso vital y sus múltiples situaciones, entre ellas, cambiar constantemente preservando el gusto por crear sin complacencia. Hablo de la trayectoria de Máximo Caminero, un artista sin poses, sin ataduras muy firmes a lo convencional y, sin embargo, un camino en la plástica dominico americana digno de celebrar.

En “Desencuentros” nos situamos ante la obra forjada por más de 20 años de Caminero, quien ha fluido a través de varias etapas vitales, palpables en esta retrospectiva.

Desde 1994 Caminero rompe con el realismo y el impresionismo, iniciando así un trayecto que ha quedado plasmado en sus lienzos. Abocándose, en ese momento, al arte moderno y luego rechazando este camino se dirige, entonces, a la búsqueda de un nuevo lenguaje que le permitiera conectar con sus raíces. Se interesa, en esa etapa, por la cultura taína y de otros pobladores autóctonos de un Caribe colonizado hace más de medio siglo.

La búsqueda constante ha sido sello inconfundible en la obra de este artista, que a principios de los años ochenta emigró hacia el sur de la Florida. Lam y Matta jugaron un papel fundamental en la construcción de su propio lenguaje, motivando a Caminero a trillar un sendero hacia el sincretismo pictórico del que emerge una obra  basada en estudios de culturas ancestrales y en vivencias personales. Logrando consolidar una obra que aún se aboca a la búsqueda y  proyección de sus procesos vitales.

La metafísica, la geometría sagrada, los universos paralelos, son asimilados por Caminero en estos últimos años de labor artística, generándose un cambio, más no una ruptura. La ruptura, el quiebre de una vasija, la exploración de la anatomía desde los clásicos, de las cloacas de Miami hasta la vibración del universo, todo es parte de la mutante obra del artista que mantiene en su lenguaje elementos y símbolos que nos hacen voltear los ojos hacia realidades a las que no prestamos atención, comúnmente.

La obra de Caminero provoca un encuentro con realidades vitales de la cotidianidad y símbolos que nos remontan a pasados latentes en nuestra consciencia. Es una celebración de la vida, una reflexión sobre el pasado y una búsqueda genuina de significados.

“Desencuentros” muestra las vías andadas por Caminero en su trayecto artístico, algunas son continuas, otras dejadas abruptamente (sin ser rupturas) para tomar nuevas rutas o retomar, de alguna manera, sendas ya andadas. Los símbolos juegan un papel fundamental en la continuidad del discurso artístico, a pesar de los desencuentros que, a través de ellos, encuentran puntos convergentes.

 

La muestra, que ha sido curada con sumo cuidado, provoca el diálogo entre las obras expuestas. El libro impreso que acompaña esta exposición, que se presenta en Art & Art durante todo el mes de junio, ha sido editado con el interés de mostrar parte de la obra de Caminero en ochenta páginas a full color que son puro deleite.

Hablando en serio

En esta parte me despojo de la crítica y abrazo el papel de quien ha podido observar y ser parte de algunos procesos vitales de Caminero.

Conocí a Máximo en el 2009, ambos compartimos escenario en la Casa Cultural Dominicana. Él desde sus lienzos, yo desde mi poesía. Nos habían invitado a participar en una noche de arte. Mientras yo leía mis poemas, sus pinturas eran exhibidas en los muros del local ubicado en Brickell.

A partir de ese año pasaron muchos años de visitas a su estudio, ubicado en la Bizcayne Blvd. Suelo llamarle a ese período “La época el estudio Caminero”. Por allí pasaron muchos artistas, políticos, escritores, amantes del arte, galeristas, músicos, mentes prodigiosas y varias sin muchas neuronas. Allí le vi pintar, invitarme a pintar con él, allí le vi bailar y cantar mientas preparaba un lienzo o firmaba una obra terminada.

Fueron muchas las noches, tardes o mañanas- no había horario para llegar o para irse de allí- en las que conversamos sobre su obra, sobre sus vivencias, sobre mi obra y mis vivencias. Fueron muchas las interacciones que tuvimos, videos y fotografías que tomé mientas trabajaba.

Ver en particular una obra en “Desencuentros” en la que hay par de pinceladas mías es un honor. Y digo que hay pinceladas mías porque las coloqué allí con mi mente,  mientras el artista daba rienda suelta a su pasión de crear y de experimentar.

Máximo ha crecido junto a su obra, ha roto sus esquemas, no los de nadie, a parte de una vasija que le costó un dineral. Ha encontrado nuevos caminos para sus construcciones, ha fluido agarrado del pincel y con pintura incrustada en las uñas.  Ante él  aplaudo la creatividad, el arte y la amistad en este encuentro que nos ha permitido “Desencuentros”.

 

Desencuentros se presenta durante todo el mes de junio en Art & Art • 333 NW 23 St, Miami, Fl. 33127.