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En la más reciente edición de Context Art Miami me encontré con Art Fair Crib,  death of a Salesman, una instalación que llamó la atención de más de uno de los asistentes a esa reconocida feria. Se trataba de una cama rústica llena de basura colocado en medio de uno de los booth del evento. En él descansaban cajas, botellas, papeles y decenas de desechos que formaban una composición, que quizás pudo mejorar  o estropearse si las botellas se hubiesen colocado más a la izquierda o a la derecha, ¿quién sabe?. Tal vez es cuestión de gusto y haya alguien que se anime a colocar una instalación como esta en el recibidor de su casa. A mí me pareció que en un museo quedaría más adecuada, porque en estos tiempos, este tipo de piezas buscan llamar la atención de los observadores e impactar apoyadas en un discurso, que pudiera valer para otras piezas por igual pero que, en este caso, a mí me dijo poco.

Sobre esto del discurso y la denuncia social a través de algunas obras, la crítico de arte mexicana  Avelina Lésper opina que “la denuncia social se ha ido haciendo a lo largo de la historia del arte, pero no como valor de la obra. Los Fusilamientos del 3 de mayo de Goya valen por la realización artística, porque su pintura fue trascendental y profundamente moderna en su momento. Y sigue siendo moderna ahora. Por eso vale una pintura de Goya, no por el discurso”. (1)

Lésper, que ha cuestionado en diversas ocasiones el arte contemporáneo, también ha llegado a decir que este podría definirse como un  fraude, ya que “carece de valores estéticos y se sustenta en irrealidades. Por un lado, pretende a través de la palabra cambiar la realidad de un objeto, lo que es imposible, otorgándoles características que son invisibles y valores que no son comprobables. Además, se supone que tenemos que aceptarlos y asimilarlos como arte. Es como un dogma religioso”.(1)

Adrian Searle, por su parte, opina que “hay quien sostiene que el arte de hoy es un timo, un fraude. Lo mismo se decía de Picasso. Ante ello cabe preguntarse qué interés tendrían los artistas en pasarse la totalidad de sus carreras perpetuando una estafa. ¿Por qué iba alguien a molestarse en idear una conspiración de esas características? ¿Habrá alguien a la cabeza, planeándola y organizándola? ¿Se tratará de Vicente Todolí, de Sir Nicholas Serota, o de algún potentado coleccionista oculto en su bunker, como el malo malísimo de una película de James Bond? ¿Qué objeto tendría esta fantasía inverosímil?”.(2)

A mí, definitivamente, me impactó la pieza. Un punto a su favor. Aunque lo que más me impactó fue verla en medio de la feria, por eso, luego de salir de allí, tomé decenas de fotos a varios cúmulos de basura circundantes, por si un día me animo a hacer una serie de vertederos de Miami. Lo estoy pensando seriamente.

  1. COLOMBO, S. (2014). “El arte contemporáneo es un fraude”. Revista Ñ, El Clarín. Ver: http://www.revistaenie.clarin.com/arte/arte_contemporaneo-fraude-Avelina_Lesper_0_1079892483.html
  2. SEARLE, A. (2010). La conspiración del arte contemporáneo. El Cultural. http://www.elcultural.com/revista/arte/La-conspiracion-del-arte-contemporaneo/27812

Sobre “Art Fair Crib: Death of a Salesman”.  Instalación presentada en Context Art Miami 2016 por Fernando Luis Alvarez Gallery e influenciada por la caótica “My Bed” de Tracy Emin. Esta pieza revela la realidad que experimentan los galeristas en las ferias de arte. Esta instalación, una cama, que consiste en un cajón y claves que simbolizan  la vida y la lucha de las galerías y representa la mano de obra, la imaginación, la euforia, el estrés, y la esperanza que viene de la selección y la preservación de una feria. Estos objetos representan tanto la posibilidad como la promesa vacía de éxito.

My Bed de Tracy Emin

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