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©Por Glenda Galán

Jorge Galán es un escritor que ha vivido en carne propia las consecuencias de contar historias basadas en la vida misma, donde la impunidad corroe los cimientos de la sociedad. Tal es el caso de su novela Noviembre que trata sobre el asesinato de un grupo de sacerdotes jesuitas en San Salvador y que le condujo al exilio, luego de que, en ella, revelara nombres de quienes han sido señalados como autores intelectuales de ese horrendo hecho, según el testimonio del ex presidente Alfredo Cristiani.

Esta novela ha sido, según él, uno de los libros que más lo ha apasionado y con el que, por un momento, sintió que no quería escribir sobre otra cosa. Esa pasión y un arduo trabajo le han merecido múltiples galardones durante su carrera, como el Premio Nacional de Poesía de su país natal, así como el premio Casa de América de Poesía y el premio de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), que recibirá el jueves 24 de noviembre de 2016. Aún así, ve estas distinciones como un motivo más de autosuperación y un incentivo para seguir caminando hacia lugares que, a veces, parecen imposibles alcanzar.

–Háblame de tu nombre, Veo que te Llamas George y que Galán es en realidad tu segundo apellido ¿Porqué decidiste utilizar el nombre de Jorge Galán?

–Sí, Galán es el apellido de mi madre y de mi abuela. No me gustaba como sonaba George. Quizás tenía algún trauma de cuando niño, pues recuerdo que cuando estaba en el colegio, cada vez que pasaban lista, siempre me preguntaban cómo se pronunciaba. Así que se me hizo más fácil pasarlo al español.

–Ganaste tu primer premio literario siendo aún un estudiante, algo que no es fácil de lograr. ¿Crees que ese galardón te dio más impulso en tu carrera como escritor o, por el contrario, complicó el proceso de tu escritura, al exigirte más?

–Éramos un grupo de amigos (Carlos, Mauricio, Roxana) en San Salvador, donde no pasaban muchas cosas, salvo cosas terribles. nosotros empezamos a participar en los Premios Nacionales. Era una especie de comunidad literaria y ganar un Premio Nacional fue un gran impulso.

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–Lo ganaste varias veces.

–Sí, lo gané varias veces.

–¿Cambió eso tu vida?

–Creo que más que cambiarme la vida, es algo que te obliga a ir más allá. En ese momento, cuando necesitabas comprobarte a vos mismo que podías hacerlo, eso me impulsó. Por eso luego participo en premios hispanoamericanos, queriendo ir más allá y ver hasta dónde llegaba.

–Y has llegado lejos.

–Bueno, he tenido la suerte de publicar en varias editoriales.

–¿Suerte o calidad?

–Yo creo que trabajo. He trabajado muchísimo, tanto en los poemas como en las novelas. Son años y años y años de trabajo y no ha sido fácil porque vivir en San Salvador complica mucho las cosas. Yo pronto me di cuenta que si quería ser un escritor tenía que publicar en editoriales internacionales, españolas, principalmente. Así que me obligué a hacerlo. Mi referencia era Horacio Castellano Moya y otros compatriotas que lo pudieron hacer, aunque era difícil.

–¿Hay algún libro de los que has publicado del que no te hayas podido desprender emocionalmente?

–Hay libros que querés más que otros. Por ejemplo, cuando estaba escribiendo Noviembre, esta historia sobre los sacerdotes jesuitas asesinados en San Salvador, alguna gente me decía que porqué estaba escribiendo sobre ese tema, porque era un tema complicado, que podía ser peligroso porque todos los asesinos estaban en libertad y yo quería mencionarlos en el libro. Llegó un momento en el que estaba escribiendo esa historia y tenía la sensación de que no quería escribir nada más. De que tenía que contar la historia de esas personas y eso fue muy emocionante.

–Es algo que te llevó a vivir en España.

–Sí, es algo que me llevó a exiliarme.

–O sea que esa pasión hay libros que te la han despertado más.

–Sí, hay libros que sí.

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¿Cuáles han sido las consecuencias del exilio?

–Mira, muchos escritores salvadoreños habían tenido problemas por este tema o por otros. Muchos se perdieron en los años ochenta, pues mi país es un país complicado y violento. La particularidad que tenía mi novela es que contenía un testimonio del ex presidente Cristiani, que era el presidente en el momento en que asesinan a estos curas. Luego de que en veinticinco años no había querido hablar, me da un testimonio a mí.

Yo tenía la idea de escribir una novela, pero acabé en la Audiencia Nacional Española ante un juez, entregándole unas grabaciones y dando una declaración. Era algo que yo no contemplaba. Los mimos jesuitas me habían advertido que quizás recibiría amenazas, pero nunca pensé que pasaría a más y que se hiciera tan complicado. Yo no me veía viviendo afuera.

–Se podría decir que viviste tú una novela en el proceso de escribir este libro.

–Sí, una novela dura, porque no fue fácil. Ahora las aguas están más calmadas, pero al inicio fue muy complicado.

–¿Cómo ves la vida después del exilio?

–Siempre es muy duro exiliarse, no importa que vayas de San Salvador a Madrid. Madrid se convierte en un sitio frío, solitario, porque no estas con tu gente, porque lo has dejado todo de manera obligatoria. Es muy duro acostumbrarse a eso. Yo llegué a finales de noviembre, una época difícil porque tuve que pasar el fin de año solo. En mi país en esas fechas uno está muy cerca. Pasarlo solo no fue nada fácil. Aunque tenía amigos, no es lo mismo.

–¿Cómo cambió el exilio tu forma de narrar y de hacer poesía?

–Creo que cambia la temática. Escribí un libro en muy corto tiempo, poseído un poco por la desolación en la que me encontraba. Todo lo que veía me remitía a la soledad o a una reflexión sobre la distancia, a la dureza de estar solo. Todo me parecía impropio, nada me parecía mío. En ese sentido sí cambió. Aunque sigo prendado a mis temas de antes.

–¿Cómo es tu proceso de escritura?

–Cuando estoy escribiendo una novela escribo todos los días. Cuando no, leo todos los días. Si estoy escribiendo algo que tienen que ver con historia de mi país, aunque no sea una novela histórica, pero que esté en un ámbito histórico, pues hay mucha información que tengo que recopilar. Mucha lectura, mucha investigación y mucha estructuración del libro. Ya, al momento de escribir, sí es todos los días y en el momento de la corrección, también.

En cuanto a los poemas, hay una preparación de leer mucho, de reflexionar mucho y de pronto puede surgir uno, diez en tres días y te pasás seis meses sin escribir nada. No depende tanto de uno, aunque haya una reflexión temática en cuanto a lo que quieres escribir.

–¿Qué es para ti la poesía?

–Es una pregunta que parece banal, pero no lo es. Es muy complicada. Es algo que tiene que ver más con un estado de ánimo, es algo que tiene que ver más con lo intangible que con lo tangible. Los antiguos poetas de la tradición anglosajona como definían a un poeta, era como se definía a un mago. La palabra podía definir lo mismo y eso denota un carácter mágico, espiritual que tienen que ver con lo que está allí, pero que no lo mirás. Y el poeta es capaz de sensibilizarse y ver las cosas un poco más allá.

–¿Cuando escribes poesía estas en un estado diferente que cuando escribes narrativa?

–Sí. Los cinco o diez minutos que dura el trance para escribir el poema, sí. La narrativa, como tiene ese largo proceso, o de investigación o de estructuración de la obra, pues es más una rutina. Tal ves hay ciertos momento de la narrativa, cuando estas narrando ciertos pasajes en los que puedes sentir lo que se siente en la poesía, pero para mí no es frecuente.

–¿En qué estas trabajando ahora?

–Recientemente acabé una novela que habla del inicio del siglo veinte, en mi país y toca los hechos trágicos que sucedieron en 1932, con una matanza terribles de indígenas, a cargo de Maximiliano Hernández Martínez, que era el presidente en ese entonces.

–¡Tú “no escarmientas”! Tus temas son fuertes.

–Pero es que hace falta hablarlos. Eso hace mucha falta en mi país, que se digan las cosas, que se cuente lo que ha pasado.

–Hablando sobre eso ¿contribuyes tú a que cambien las cosas en el presente?

–Nunca he reflexionado sobre eso de ayudar a que cambien las cosas. La experiencia de Noviembre me ha dicho que ayuda a que la gente sepa quién es, sepamos quienes somos y lo que sucedió ahí, porque la memoria es muy corta y se va olvidando. Hay ciertos aspectos que no están en los libros de historia y que solo pueden estar en la novela, porque allí profundizas en la sentimentalidad de los personajes, en sus conflictos, en sus creencias más profundas. No es una cifra, es algo que tiene que ver más con el alma, con lo que sentimos.

–¿Qué te falta, después de haber sido premiado tantas veces?

–Los premios son una cosa maravillosa. Todos los premios que he ganado han sido muy emocionantes, ahora ha sucedido esto de manera providencial, el premio de la Real Academia, que ha beneficiado mucho la novela porque la ha cimentado. Me dio mucho gusto que fuera precisamente por Noviembre. Pero siempre mi mente está pensando en otra cosa. Mi único pensamiento ahora mismo es que mi próxima novela tiene que estar bien, tengo que escribir mucho mejor y avanzar en ese sentido. Es un sentimiento genuino, siempre estoy muy preocupado porque el próximo libro salga bien, por escribir lo mejor que pueda y superarme a mí mismo. Hay mucho trabajo siempre, en eso enfoco mi carrera literaria.

–¿Qué es lo que más extrañas de tu país?

–A mi familia y a los amigos. Luego te vienen imagines de comidas.

–¿Qué comidas extrañas?

–Extraño mucho el coctel de conchas negras, las pupusas, el gallo en chicha, que es algo muy nuestro que no puedes encontrar en muchos sitios.

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–¿Qué te ha dado Madrid?

Madrid es una ciudad cosmopolita. Granada, que es donde vivo actualmente, es una ciudad entrañable con mucha influencia árabe. Es otro mundo, es respirar un aire que yo no conocía, pues no es lo mismo ir de visita que vivir en un país. La sensación es muy diferente, vas aprendiendo desde cosas tan simples como la libertad de caminar por la calle, algo que es muy complicado en mi país; hasta conocer gente que es completamente distinta, con otras tradiciones y forma de ver el mundo.

–Qué ha sido lo más complicado de tu carrera como escritor y qué ha sido lo que más te ha encantado de esta profesión?

–Creo que lo más difícil fue convencerme de que aunque estaba en un país como El Salvador, podía hacer las cosas. Que publicar en Pretextos o en Random House, no era una locura. Que si trabajabas lo suficiente lo podías lograr.

Era muy difícil, pensar en ver tus libros publicados en varios idiomas o en hacer una presentación en una universidad de Estados Unidos, porque era algo tan lejos de mi realidad. Es muy difícil convencerte que, en verdad, lo que te separa de eso son horas y horas de trabajo.

Algo maravilloso es que la gente diga que tus ideas les dijeron algo. Ver cosas que se le ocurrieron a uno un día, mientras te bañabas o andabas caminando y estas como un demente, inventándote una historia y que luego alguien se maraville con tu historia y que te hable emocionado, es una sensación muy bonita. En la literatura infantil se da con más apertura, porque los niños son más desinhibidos en ese sentido.

Es una alegría conectar con la gente. Noviembre, por ejemplo me ha llevado a que parientes de los asesinados hayan llegado a presentaciones de la novela, me hayan agradecido y me hayan dado un abrazo. Esos gestos son verdaderamente conmovedores, porque estas personas creen que hiciste algo por ellos y yo no escribí el libro pensando en que iba a hacer algo por alguien, lo escribí porque necesitaba escribirlo. Pero enfrentarte a esas cosas es algo maravilloso y es una gran alegría.

Sobre el autor

Jorge Galán (1973) es un poeta y escritor salvadoreño. Licenciado en Letras por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Ha obtenido varios premios literarios a nivel nacional e internacional, entre los que destacan, el Premio Nacional de Poesía, CONCULTURA, 1996, 1998 y 1999. Gran Maestre de Poesía Nacional de El Salvador, CONCULTURA, 2000, el Premio Adonais, España, 2006, XVI. Premio Casa de América de Poesía Americana y premio de la Real Academia de la Lengua Española (2016).

Ha publicado los libros

– “Breve Historia del Alba”. Colección Adonáis. Ediciones Rialp, Madrid, España. 2007.

– “Una Primavera Muy Larga”. Edición Bilingüe Francés — Español. Colección

Premio Charles Perrault de cuento infantil. Alianza Francesa de El Salvador. 2005.

– “El Día Interminable”, Poesía. Dirección de Publicaciones e Impresos de El

Salvador. 2004.

– “Tarde de Martes”. Colección de los Juegos Florales Hispanoamericanos de

Quetzaltenango, Guatemala, América Central. 2004.

-Bajo la interminable noche de noviembre. 2016

– Noviembre. 2016