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©Por Glenda Galán

Hace varios meses nos encontramos en París donde compartimos una tarde de caminatas y amenas anécdotas. Aquel recorrido junto a William Navarrete, inició en uno de los interesantes cementerios parisinos y concluyó en uno de los famosos restaurantes de esa hermosa ciudad, donde la luz es poesía. Luego de aquel memorable encuentro volvemos a conversar. Esta vez, en torno a su más reciente libro de poesía, Animal en vilo, que ha sido publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León.

El poemario cuenta con hermosas ilustraciones del artista Segundo Planes y de cuarenta poemas recopilados según las estaciones el año. A cada una le corresponden diez poemas concebidos en Mondovi, París, Niza y Miami.

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Fotos tomadas por William Navarrete en el invierno del 2010 en el Piamonte italiano durante la escritura de parte de su poemario.
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•William, veo que tu libro está compuesto por 40 poemas, organizados según las estaciones del año. ¿Cómo nace el concepto de agrupar los poemas del libro de esa manera?

W:Escribí estos poemas en diferentes periodos entre 2009 (después de la publicación de Lumbres veladas del Sur, mi poemario anterior) y el 2015. Los del invierno, por ejemplo, los concebí durante una estancia en Mondovi, un pueblo del Piamonte italiano, y como suele suceder en esa zona cisalpina, el pueblo posee una parte alta medieval y otra posterior al siglo XVII, al pie de la primera. Durante ese invierno en específico las techumbres y los campos estaban cubiertos de un manto blanco de nieve. De las ramas de los árboles colgaban caprichosas figuras de escarcha y, a lo lejos, la silueta de los Alpes nevados, en medio de la luz brumosa, recortaba el cielo trazando dibujos geométricos enigmáticos en el horizonte. Los de la primavera surgieron más tarde, hacia el 2009, al recorrer el bulevar parisino de Pigalle acompañando durante muchas tardes a un amigo aquejado de una fuerte depresión. Allí pude observar lo que quedaba de un universo de chulos y traficantes de poca monta que, en otros tiempos, caracterizaba al barrio. Los de Miami, correspondientes a la estación del verano, quedaron asociados a una época de mi vida en que visitaba a mi familia en los meses calurosos de julio y agosto. Como no me gustaba manejar por el expressway al regresar del South West a Miami Beach, entonces lo hacía “por abajo”, como se dice popularmente allá. Tomaba entonces el Biscayne bulevar, una arteria venida a menos pero que atesora excelentes ejemplos de la arquitectura modernista de las décadas de 1940 y 1950, y observaba una vida nocturna marginal que no tenía nada que ver con la imagen de la ciudad en otras partes. Por último, los del otoño, nacen en la Riviera francesa, un sitio en el que veraneo desde hace tiempo y paso hasta cuatro meses al año. Octubre y noviembre tienen especial luminosidad en Niza y pueblos de esa costa. Los turistas se retiran y la vida local retoma su curso. Los atardeceres derrochan tonalidades ocres, la miel parece derramarse en reflejos dorados sobre las fachadas y el mar reverbera filamentos argentados. Los poemas de esa estación los escribí en Niza.

•El libro inicia en invierno, esto llamó mi atención, hasta que llegué al final del poemario y pude notar que es un trayecto en el que podemos experimentar el inicio y cierre de un ciclo que ha iniciado desde la pérdida y la soledad. ¿Es válida mi percepción, o tiene otra significación el que hayas iniciado en esta estación?

Traigo esta estrofa del primer poema a colación:

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W:El poemario empieza durante el invierno porque es la estación que, en general, deseamos pase cuanto antes, al menos para quienes vivimos en estas latitudes. El invierno es la decadencia de la naturaleza, su encogimiento, la pérdida del follaje y del color. Los versos viajan en un ciclo ineluctable hacia un tiempo de renacimiento, de euforia primaveral y consagración estival, pero ahí está el fin del ciclo, el marcador vuelto a poner en cero, para recordarnos que todo es puro espejismo.

•¿A qué se debe que los poemas correspondientes al invierno carecen de título? Es coincidencia o existe una razón para numerarlos?

W:Inicialmente se trataba de un largo poema en prosa que escribí durante una estancia en la parte alta de Mondovi. Luego me di cuenta de que deseaba evocar la melancolía del tiempo detenido en el belvedere o mirador de la antigua ciudadela. Las horas avanzan imperturbables y sólo las agujas del reloj de la torre ritmaban la vida. La soledad es perfecta, la belleza sublime. Perduran palacios deshabitados que dan hacia callejuelas en las que ni siquiera retumban nuestros propios pasos. Se puede imaginar entonces el tiempo glorioso en que lo habitaban familias nobles o el ajetreo bullicioso de comerciantes, niños, forasteros. Ese mundo se fue muriendo con los sucesivos éxodos de los italianos a América, tras la extinción de las viejas familias, las guerras. Todo se volvió un todo homogéneo, se perdieron los nombres, el sonido de las palabras. Las sombras y los recuerdos poblaron el espacio. No es necesario ya dar nombre a las partes idénticas de ese todo.

“Cuando perdemos un país ganamos otro, pero lo ganado no nos pertenece realmente”.

•París está muy presente en estos poemas, así como Miami, pero hay un cierto sabor a Cuba que también se puede saborearen este libro. Me viene a la mente “Designios”, el poema que le dedicas a la escritora Wendy Guerra. ¿Cómo nace este poema?

W:Puede que haya alusiones a Cuba, sobre todo a determinados amigos a los que dediqué ciertos versos. “Designios” es un poema de desprendimientos, mi manera de explicar que sólo poseo lo que tengo al alcance de mi vista. Que la amistad y los sentimientos perduran por encima de todo lo palpable. Cuando perdemos un país ganamos otro, pero lo ganado no nos pertenece realmente. Nada, ni antes ni después, es realmente nuestro. Wendy tuvo mucho que ver con este poemario porque yo llegué a Monterrey, por primera vez, invitado a la feria de literatura UANLeer gracias a ella.

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•¿Segundo Planes realizó las bellas ilustraciones para el libro o son ilustraciones ya existentes que elegiste para tu obra?

W:Segundo Planes es un artista talentoso, de bondad y calidez poco comunes. Llegó a Monterrey hace más de veinte años y ha desarrollado en México una brillante carrera. Como Animal en vilo fue publicado por la Universidad Autónoma de Monterrey, gracias a la generosidad de Celso José Garza Acuña y Antonio Ramos Revillas, directores de ese espacio de cultura, con la intervención de los poetas regiomontanos Margarito Cuéllar y José Eugenio Sánchez, me dije que lo que mejor que podía sucederle era incluir en sus páginas obras de Segundo. Su pintura significa, en parte, volver al país de la infancia, al mundo onírico que acariciamos de niños, a esa Alicia en el país de las maravillas que rescatamos del olvido cuando pensamos en retrospectiva. El poemario tiene algo todavía de esa parte de infancia que nos habita. La obra existía ya. Sólo hubo que escoger las imágenes que encajaban en cada parte.

•Existe una intertextualidad en el libro entre tus poemas y citas de otros poetas. ¿Estas citas las elegiste cuando el libro ya estaba organizado o fuiste eligiéndolas en el proceso de edición?

W:Las elegí según preferencias y tópicos. La parte de Pigalle es deudora de Rimbaud, Baudelaire y Verlaine, tríada que supo evocar con extrema sensualidad poética un París popular y callejero que ya no existe. El invierno piemontés no podía existir sin una mención a la poesía majestuosa de Eugenio Montale. Otros poemas surgieron como respuestas a versos de poetas amigos, como es el caso de la poeta salmantina María Ángeles Pérez López y su bellísimo poema de los bisontes, o al poeta y compatriota Heriberto Hernández Medina, por haber cedido a la parte menos poética de Miami, o a José Manuel González-Llorente, escritor y amigo, también fallecido allí, por su mesurada y cálida amistad.

•En el poema “Historias de bulevares” desmitificas el Miami de sol, playa y turismo alegre. Hablas más bien de una realidad en la que coexisten gente de caras tristes y un paisaje deprimente, en algunos casos. Por otro lado plasmas en el poema “Juan Ramón Jiménez en Coral Gables”, un Miami de calles con nombres de ciudades españolas, mal escritos y césped verde. Algo que es muy propio de Coral Gables. Háblame sobre tu visión de esos múltiples Miamis.

W:El paisaje no lo considero deprimente, más bien metálico. Abundan altas torres, coches que pasan raudos como flechas aceradas y en las aguas de la hermosa bahía no faltan el neón ni el brillo artificial de la alegría a crédito. Yo siempre he pensado, poéticamente, que ese mundo ajardinado tuvo mucho que ver con la depresión que aquejó a Juan Ramón Jiménez durante su exilio en Coral Gables. Me gusta jugar con esa idea a sabiendas de que su estado mental se debía a razones mucho más profundas. Para el autor de Platero y yo establecerse en un barrio en que algunas calles llevan nombres españoles mal escritos y en donde abundan viviendas de ese estilo mal llamado “mediterráneo” que tan poco tiene realmente de ello, debe haber sido un motivo adicional para agravar la depresión que sufría.

•En el poema “Juan Ramón Jiménez en Coral Gables” plasmas también la realidad del inmigrante que se da cuenta en un momento dado, que no hay vuelta atrás. ¿Tuviste tú ese momento o la migración ha sido un proceso que has asimilado poco a poco?

W:Durante los primeros veinte años de mi vida en París no tuve tiempo de darme cuenta. Llegar a Europa joven y haber tenido al alcance de mis manos su impresionante riqueza cultural obliga a vivir en danza eterna con el hedonismo. Pensar en la posibilidad de dar marcha atrás es algo que sólo es posible cuando se ha regresado al lugar de origen. En mi caso nunca he vuelto a Cuba desde que salí de La Habana rumbo a París. Se dice que no es necesario volver para saber si un regreso es o no posible. Creo que, en realidad, hasta tanto no volvamos a caminar las calles de nuestras primeras vivencias no sabremos si podemos o no adaptarnos al mundo que dejamos atrás.

“La poesía tiene algo de velero que suelta sus amarras y te lleva lejos. Es mejor viajar con ella hacia lo desconocido que recalar en playas harto visitadas”.

•¿William, qué opinas de la poesía cubana que se escribe hoy dentro y fuera de Cuba?

W:La conozco poco. En Francia se publica mucha poesía del mundo entero. Es uno de los pocos países donde se publican todavía, en francés, poetas de los cinco continentes. Disfruto mucho leyendo a poetas de mundos para mí desconocidos. La poesía tiene algo de velero que suelta sus amarras y te lleva lejos. Es mejor viajar con ella hacia lo desconocido que recalar en playas harto visitadas.

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Los Alpes nevados desde el mirador de Mondovi, en el Piamonte, 2010.

•La poesía es…

W:Un instante. Una necesidad. Un deseo. Un sueño. Una imagen. Un pálpito. Una tristeza, una euforia o una alegría, por separadas o las tres a la vez. Ese viaje en velero del que hablé antes.

•¿Cómo es tu proceso al escribir poesía? Te lo pregunto, pues tus poemarios se distancian entre ellos por unos seis años.

W:Sólo escribo cuando realmente siento la necesidad de hacerlo. Casi nunca pienso en perspectiva de conjunto. El libro se va constituyendo o no con el tiempo. Tengo muchos poemas inéditos a la espera de que un día, por sí solos, formen un poemario. Ahora mismo no sé si escribiré algún día un cuarto libro de poesía.

•Te gusta leer poesía en publico o es algo que no disfrutas?

W:No. No articulo bien ni tengo ritmo poético cuando leo. No conozco mi propia voz y detesto oírme en grabaciones. Soy bueno comunicando pero no leyendo poesías en público.

•¿Cómo es tu relación con los libros que escribes, luego de publicarlos? ¿Eres de los escritores que no vuelven a leerse o vuelves a tus obras constantemente?

W:Raramente vuelvo a ellos. Para tu entrevista, por ejemplo, he tenido que volver a Animal en vilo. Si no realizo una lectura o me piden un fragmento no suelo volver a los libros ya escritos. Son ellos los que vuelven a mí y a veces de forma inusitada. Con las novelas sucede de otro modo porque las debo presentar con frecuencia. En Francia participo todo el año en ferias y festivales literarios en diferentes pueblos y ciudades. Eso me obliga a retomar libros que ya había dejado atrás, pues cuando menos lo espero veo que un librero los ha encargado y los ha colocado sobre la mesa en que me siento a firmar. Claro, en Francia sucede esto con mis libros en francés o traducidos a esta lengua. Hay libros que he escrito en español que pocas veces he vuelto a hojear. Siempre pienso en el próximo, no en los ya publicados.

•Si pudieras sentarte en las escaleras del palacio de la Opera Garnier en París a comerte un exquisito dulce parisino, ¿con qué poeta (de cualquier época) te gustaría compartir esa experiencia?

W:Con Glenda Galán porque repetiríamos ese momento en que te propuse descubrir el elíxir de la alta repostería francesa de Dalloyau sentados en los mismos escalones que pisaron muchas veces Flaubert, Baudelaire, Zola, Verlaine, Apollinaire, Proust, Céline, Genet, Aragon, Yourcenar, Rimbaud, Cocteau, Bataille, Duras y tantos otros que asistieron a las funciones de ese gran teatro construido por Charles Garnier e inaugurado en 1875.

•¿En qué proyectos literarios estas trabajando actualmente?

W:En un diccionario insólito justamente de la Florida, una novela en ciernes, un libro de genealogía cubana que es la continuación del que publiqué en 2015 y una pieza de teatro sobre un personaje que marcó el ámbito musical europeo.

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Valmala Piamonte, bajo la nieve del invierno, 2010.

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Poema extraído del libro Animal en vilo:

 

Historias de bulevares

Cuando otros bulevares en el mundo

se animan al caer la tarde, el de Biscayne

se muere, se encoge como oruga

y huyen de él hasta las aves.

 

Desde que decidieron hipotecar el ocio,

vender por lotes la soledad

y confiscar los últimos deseos,

de las colmenas vidriadas caras tristes

salen los perros rigurosamente adiestrados

que orinan en bolsitas ecológicas.

 

Y a luna no se mira en los cristales,

las estrellas siguen su camino

y un olor a colonia de Winn Dixie

confisca hasta el aire que respiro.

 

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Sobre el autor

William Navarrete (Cuba, 1968).

Reside en París desde hace más de dos décadas. Estudió historia del arte en la Universidad de La Habana y Civilización hispanoamericana en La Sorbonne – París IV. Colabora desde 1999 para El Nuevo Herald. Ha sido curador de arte y también traductor para organizaciones de Naciones Unidas. Ha publicado más de 15 libros* de ensayo, poesía y narrativa, dirigido varias antologías y colecciones de literatura, y obtenido diversos premios.

En francés ha escrito dos volúmenes sobre música cubana y varios ensayos, así como un Diccionario insólito de Cuba (Ed. Cosmopole, París, 2014). Su poemario Edad de miedo al frío recibió el premio Eugenio Florit. Su primera novela, La gema de Cubagua (Madrid, 2011) fue publicada como La danse des millions en la colección La Cosmopolite, una de las colecciones de literatura extranjera más prestigiosas de Francia (editorial Stock). Fugas, su segunda novela, forma parte de la colección Andanzas de la editorial Tusquets y ha sido también publicada por esta editorial: En fugue (Ed. Stock, 2015). Parte de su obra ha sido traducido también al italiano y al alemán. Obtuvo la Médaille Vermeil de la Société de Sciences, Arts et Lettres de Paris y, recientemente, la beca de creación que otorga el Centre National du Livre (CNL, 2015) en Francia. Animal en vilo es su tercer poemario.

* Libros publicados

Animal en vilo (poesía). Monterrey, Monterrey, México: Ed. Universidad Autónoma de Nuevo León, 2015

•Genealogía cubana. San Isidoro de Holguín (ensayo). Valencia : Ed. Aduana Vieja, 2015

•Dictionnaire insolite de Cuba (diccionario/ensayo escrito en francés). París: Cosmopole, 2014.

•Fugas (novela). México: Tusquets, 2014 / En fugue. París: Ed. Stock (La Cosmopolite), 2015.

•La gema de Cubagua (novela) Valencia: Legua Editorial, 2011 / La danse des millions. París: Ed. Stock (La Cosmopolite), 2012.

•Lumbres veladas del Sur (poesía) Valencia: Ed. Aduana Vieja (Colección Atril), 2008.

•Visión crítica de Humberto Calzada (monografía de arte). Valencia: Aduana Vieja, 2008.

•Aldabonazo en Trocadero 162 (antología homenaje a José Lezama Lima). Valencia: Ed. Aduana Vieja, Colección « Viendo llover en La Habana », 2007.

•La canopea del Louvre (cuentos). Valencia: Editorial Aduana Vieja, nov. 2007.

•Visión crítica de Gina Pellón (monografía de arte). Valencia: Ed. Aduana Vieja, 2007.

•Canti ai piedi dell’Atlante. Colección I Manifesti 7 / Rosso poesia. Gorgonzola, Italia: Coen Tanugi Editore, agosto 2006.

•Catalejo en lontananza. Crónicas cubanas. 1995-2005. (artículos, ensayos). Valencia: Editorial Aduana Vieja, abril 2006.

•Edad de miedo al frío y otros poemas. (poesía). Cádiz: Ed. Aduana Vieja, enero 2005. Età di paura al freddo (poesía). Italia: Ed. Il Foglio, septiembre 2005.

•Insulas al pairo. (poesía). Cádiz: Ed. Aduana Vieja, abril 2004.

•Cuba : la musique en exil. (ensayo, escrito en francés). Paris: Ed. L’Harmattan, 2003.

•1902-1959. Centenario de la República Cubana. (ensayos). Miami: Ed. Universal, 2002.

•La chanson cubaine (1902-1959) : textes et contexte (ensayo, escrito en francés). Paris: Ed. L’Harmattan, 2000.