vmBartleby y compañía (Anagrama, 2000) de Enrique Vila-Matas, es una obra difícil de encasillar, que cruza los linderos de la novela y el ensayo y en la que su narrador, Marcelo, un oficinista solitario, se dedica a escribir notas de pie de página para un libro no existente, sobre escritores que han renunciado a escribir o a seguir publicando, como él mismo lo hiciera 25 años atrás, luego de publicar una novela.

Estos escritores del No, según él padecen del síndrome de Bartleby, condición que debe su nombre a un personaje de un cuento del escritor norteamericano Herman Melville, que se caracteriza por su inoperancia.

En esta novela, Marcelo realiza una reflexión real sobre la literatura contemporánea, por lo que Vila-Matas juega a cruzar los bordes de la novela y el ensayo. Un desafío al canon realista de la trama.

Marcelo escribe sus notas entre Julio y agosto de 1999, es decir, a finales del siglo XX,  señal de que los días de sol acaban y se aproxima el otoño. Esta es la última estación que podrá aprovechar el escritor estático antes de que el invierno y el viejo siglo lo congelen permanentemente.

Con sus notas, Marcelo asegura quiere demostrar su solvencia como rastreador de escritores del No y de los eclipses literarios, quizás con la intención de buscar compañía en su camino solitario hacia la nada.

El narrador será utilizado por Vila-Matas para ejemplificar al escritor que siente la pulsión negativa de criticar el trabajo y la vida de los demás escritores, sin poder concentrarse en su propia obra por miedo al rechazo o a la crítica negativa, pero que al mismo tiempo, lo ha movido a escribir de nuevo.

La lista de nombres de escritores mencionados por Marcelo, deja entrever su amplio conocimiento literario y su alto nivel intelectual. Él es un escritor que conoce el trabajo y la vida de otros escritores que han hecho una pausa y han abrazado como él la No escritura.

Para estudiar algunos rasgos de la narrativa Bartlebiana en esta novela de Vila-Matas, hemos elegido el fragmento comprendido entre las páginas 109 a la 114 (48).

En esta parte de Bartleby y compañía, Marcelo, quien funge como narrador, nos habla de la soledad y la desaparición de varios personajes, dos rasgos presentes en los Bartlebys. El primero de ellos es Wakefield, un personaje creado por el escritor estadounidense Nathaniel Hawthorne, que se aleja de repente y sin motivos de su casa y de su esposa, para mudarse a una casa cercana, mientras todos lo creen muerto. Una situación extraña, como las que están acostumbrados a experimentar los Bartlebys.

En este caso la esposa representa la literatura de la que se alejan los escritores que siguen ligados al mundo literario de manera indirecta y aislada, a través de la apreciación y crítica de la obra de otros escritores.

Otro de los personajes que menciona el narrador es al propio Bartleby, al que asocia con los personajes kafkianos e incluso con el mismo Kafka, ya que refleja la soledad que acompaña a ese escritor, que trabaja en una oficina para poder mantenerse y que es otra de las características que ostentan los Bartlebys. La oficina era su forma de ganarse la vida, mientras moría en el plano literario, pues el ser oficinista le roba tiempo a la escritura, condiciéndolo al No.

La oficina los lleva a negar el mundo, que es la literatura, pues escribir es esa vida que ellos van dejando y que los conduce al No escribir. El narrador nos sugiere que para un escritor, el No escribir es el sinsentido, el no lugar, el no tiempo, que se percibe en Odradek, el personaje de Kafka que no tiene domicilio fijo.

El narrador, en esta novela que desafía límites, como los bartlebys, opina que Melville y Hawthorne son los fundadores de las horas negras del arte el No, esa característica bartlebiana de vivir en la negación, que en el caso de Hawthorne se expresa en el puritanismo que muestra con su reacción agresiva contra algunos aspectos del puritanismo, así como el hecho de no ser un hombre de iglesia y negar esta condición luego, cuando en medio de su soledad, se paraba en su ventana para ver a las personas que iban al templo, acción que hace referencia a otra de las características Bartlebianas, como lo es la No acción.

En el caso de Melville, éste considera a Hawthorne como un hombre oscuro, una característica Bratlebiana que lo lleva a observar y criticar el comportamiento y la obra de los demás escritores y no se dedican a su propio camino literario, el cual era quizás más oscuro en el caso de Melville, quien luego de sus grandes éxitos literarios, fue confundido con un cronista de la vida marina, hecho que le produjo la sensación bratlebiana de esperar y temer el fracaso como escritor.

Un momento muy interesante para analizar, es cuando la voz narrativa asegura que Melville tuvo el síndrome Bartlebiano mucho antes de crear al personaje que da nombre a esta condición. Con esto, el narrador niega su propia condición de Bartleby y se enfoca en la obra y comportamiento de este otro escritor, de los que va escribiendo notas.

En la página 111, el narrador medita sobre el aislamiento que ha provocado en él su trabajo de escribir estas notas sobre otros escritores, algo que lo han ido convirtiendo en un fantasma, característica bartlebiana que conduce a los escritores hacia la nada, hacia el invierno inminente de los que no vuelve a dedicarse a la escritura o a la publicación de sus textos.

En este punto Vila-Matas realiza magistralmente un pastiche desde el ensayo hacia la narrativa, en el que la misma obra se ha negado, al tiempo que se sustenta en el desafío al canon narrativo del pasado siglo, que representa una invitación a reinventar la literatura de este nuevo siglo.

El narrador ahora se enfrenta al fracaso literario, que es a fin de cuenta de lo que huyen los Bartlebys, pero lo hace refiriéndose a otros escritores, pues él está escribiendo sus notas y se va alejando del miedo a fracasar, que es el origen del mal, que es el papel en blanco permanente al que se enfrenta el escritor que claudica a su vocación. En este caso el papel es inexistente, pues no existe el libro.

El narrador habla también sobre la trayectoria que recorrió Melville, hasta su muerte, una despedida que adelantó antes de partir físicamente con su propia desaparición de la vida pública y su trabajo en una oficina de Nueva York, para poder mantener a su familia, así como hacen los Bartlebys. Pero también nos habla de que las obras escritas por él en este período fueron publicadas póstumamente, como muestra de que el arte trasciende al artista, cuando éste se concentra en su obra.

Así, Kafka y Melville coinciden en este destino que los ubica entre las paredes de una oficina, situación en la que también se encuentra el narrador de esta obra y que pudieran representar, las paredes que deberán ser derribadas por los escritores de este nuevo milenio, en el que silencio y palabra están convidados a ser materia prima de una nueva literatura.

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Bibliografía

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VILA-MATAS, Enrique (2000), Bartleby y compañía, Barcelona, Anagrama.

________________(2000), “Un tapiz que se dispara en múltiples direcciones” en Una vida absolutamente maravillosa, Barcelona, Debolsillo.