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©Por Glenda Galán

 

Llegamos al Pequeño Haití, un barrio muy pintoresco de nuestra ciudad, antes de que Lyle O.Reitzel, gestor de este encuentro, me indique la ubicación precisa del estudio del Maestro Duval Carrié, me parqueo frente a una acera pintada de rojo que sirve de apoyo a una sugerente puerta blanca. ¡Ahí sin dudas se crea la obra de Duval-Carrié!

Mientras Duval-Carrié conversa con varias personas, que visitaban su estudio, me dedico a observar cada rincón del lugar con los ojos de una niña en medio de una juguetería. Tras unos minutos nos saludamos y me invita a probar una  sabrosa bebida natura. Hago un esfuerzo supremo por enfocarme en el artista que tengo en frente, pues sus obras, esparcidas con gracia sobre las paredes del salón, ya han iniciado una interesante plática conmigo.

La obra de Edouard Duval-Carrié es confluencia poderosa de color y forma, un caribe que se nos ofrece novedoso y lejos de los estereotipos. Este maestro del arte  contemporáneo plasma su mundo interno, dejando fluir rastros de todos los lugares en los que ha vivido.

Con él converso sobre un caribe del que nos hace partícipes, sobre su  trayectoria y su visión del arte de Miami, ya que ha sido uno de los principales propulsores del Centro Cultural de Arte de la Pequeña Haití.

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¿Qué influencia se deja ver en tu obra de los años en que viviste en Puerto Rico?

La primera fue conocer y entender el Caribe y lo amplio que es. Me dio a entender todo ese proceso colonial que todos vivimos de cierta manera. Aunque cada isla es un mundo en sí, hay muchos vínculos en sus historias, el vínculo de cada una con la metrópolis y las historias de las independencias por ejemplo. Por citarte un caso, Haití logró su independencia muy temprano, algo que era inevitable.

Veo que te llama la atención la historia.

Sí. Ahí es que empieza la modernidad, el mundo como se entiende ahora con esa pluriculturalidad(con la presencia de los indios, de los esclavos y de los blancos). Allí pasaron muchas cosas, tantas influencias, son para mí la modernidad. La esclavitud, por ejemplo, es algo que es común en todas nuestras historias, cada isla tiene su propia historia en la traída de esclavos para cortar caña, por ejemplo, y nos quedamos con esa parte. Así como la del mundo Europeo que llega con sus influencias, sumándose a lo que ya había aquí. Todo eso crea una mezcla que hace particular al caribe.

En la exposición en el Pérez Art Museum del año pasado utilizaste colores que se salían de la visión del caribe que estamos acostumbrados a ver. Hábleme de esa visión del Caribe.

Lo que quise hacer, primero, fue empezar a entender de dónde vienen esos colores que se asocian al Caribe. Busqué a nivel histórico y pictórico cómo llegaron esas visiones del Caribe, y me di cuenta de que provenían de viajeros de Europa o de Estados Unidos, quienes habían ido allá para dar a entender al mundo entero lo que era aquel lugar, creando todo un medio ambiente. Presentaron una visión del Caribe que en parte es verdad pero que, al mismo tiempo, es bastante errónea. Quería mostrar que esa visión no es la única que existía del Caribe y que esta había tenido esa génesis . El Caribe es mucho más complejo que playas azules, sol ardiente y coloridos fuertes.

¿Qué son los múltiples caribes para ti?

Sí, hay múltiples caribes. En esa exposición que presenté revisité el período del siglo XIX, en que se estudió el Caribe a nivel internacional para darlo a conocer por diferentes razones. Para inversiones o para crear un mundo interesante, había que presentarlo de alguna manera coherente ante los norteamericanos y los europeos que venían a invertir, así que montaron toda una visión de la región que todavía persiste y que quizás no sea la única versión que hay.

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¿Consideras que tu condición de inmigrante te permitió tener la visión de que existe ese otro Caribe?

Claro, veo el caribe y no es solo playa, ni sol ardiente…hay problemas sociales, hay cultura, hay muchas cosas que están ahí, pero que nunca se presentaron y que se ocultan a veces. Somos como todo el mundo, tenemos una historia, una complejidad, problemas políticos por ejemplo. Por eso mi propuesta es una invitación a revisitar esa visión del caribe, utilizando la magia que da la noche, donde siempre hay misterio. Sale ese mundo que no es el que se deja ver bajo el sol ardiente.

¿Cómo influye en tu obra el haber vivido en un lugar tan apartado de el Caribe como Canadá?

Al separarse del día a día de su país, uno se da cuenta de que el mundo es más grande de lo que percibía, porque en el Caribe uno vive tan aislado e inmerso en su propia idiosincrasia, que no nos percatamos de esa amplitud. Se adquiere esa nueva visión, por eso esa experiencia de pasar por New York y luego por Canadá es muy importante para mi obra. Si me hubiera quedado en Haití, solo habría querido mostrar nuestras playas lindas, nuestras mujeres hermosas; pero hay otras cosas qué mostrar, son sitios que han tenido historias trágicas y poseen una literatura muy particular e intensa.

 En una de tus obras percibo un discurso coincidente al del artista dominicano José García Cordero. En específico, es una pieza en la que una cabeza sale del mar.

García Cordero y yo somos grandes amigos, mi introducción a República Dominicana fue a través de él. Estoy seguro que las discusiones que hemos tenido y la visión sobre los problemas que padecen nuestros países, han coincidido en algunos puntos. Él es muy agudo políticamente, alguien con quien tengo un discurso muy franco y directo. Estamos ambos muy al tanto de lo que pasa políticamente de ambas partes de la isla. Los haitianos somos mucho más aislados que los dominicanos y él me ha enseñado mucho sobre República Dominicana, pero también sabe mucho sobre Haití.

A través de la obra de García Cordero me he dado cuenta de que tenemos muchas cosas en común, una persona como él tiene una visión global, pues como yo, ha vivido fuera de su país. Hemos adquirido una visión bastante crítica, no de manera negativa, sino de tratar de entender lo que está pasando. Hemos compartido bastante y exhibido varias veces en París, así es que si coincidimos en nuestra visión, quizás sea una simbiosis, sin quererlo, y no me molesta decir que es algo que está muy bien para mí.

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 ¿Cómo percibes la escena artística actual de Miami?

Vine a esta ciudad hace casi veinte años y he visto a Miami crecer de una manera muy interesante. Desde que llegué aquí, sabía que esta ciudad sería muy importante, por sus vínculos con el Caribe. Hay que admitir que la llegada de los cubanos, de los haitianos, los brasileños ahora de los venezolanos, entre muchos otros, ha traído muchas cosas positivas. Ahora esta ciudad está a un nivel internacional, aunque mucha gente no quiera mirar al sur. El aporte caribeño y latinoamericano ha sido fundamental para su crecimiento. Yo me siento muy halagado de haber sido parte de eso y de vivir aquí. Creo que esta ciudad va a ser muy importante para el Caribe a nivel social, político y económico.

¿Cree que Art Basel es importante para los artistas locales?

En cierto nivel sí y en otro no. Por eso trato de recordar a los políticos locales que hay una comunidad local pluricultural, caribeña y latinoamericana  muy importante y esa es la que da a esta ciudad su tono. Si la ciudad no le da importancia a eso, va a perder el tren.

¿Qué crees que sería necesario para que sigamos avanzando en cuanto al arte, una bienal por ejemplo?

Esta ciudad no mantiene el ritmo de esas actividades como la feria de Art Basel y eso es un problema, pues luego que pasa la feria todo se cae después como un suflé. Hay muchas instituciones locales que necesitan mantener la actividad cultural más intensa de cómo se da ahora, por lo que creo que una bienal sí sería buena idea. Una bienal de América por ejemplo. Hay que tener mucho dinero para este tipo de eventos y quizás la ciudad no se sienta económicamente segura para llevarla a cabo. Sería una cuestión de convencer a nuestros representantes de que es importante, porque el turismo después de quemarse en la playa necesita tener actividades culturales. Art Basel es todo un éxito porque es una actividad visual y puede ser apreciado por todas las personas, no importa su lengua.

También es importante seguir desarrollando el teatro, la literatura y todo eso, pero el arte visual lo entiende todo el mundo.

¿Cómo ha sido la experiencia de gestación y evolución del Centro Cultural Haitiano en la ciudad de Miami, con el que estás tan involucrado ?

La comunidad haitiana está muy presente en esta ciudad y los representantes de la ciudad querían tener acceso a esa población que es tan diferente a las demás, pues no hablan inglés ni español que son los idiomas predominantes en Miami, así que este centro vino a crear un punto de encuentro. Así fue que les motivé a hacer algo verdaderamente importante para exponer artes visuales, que es un lenguaje entendible por todos.

Hemos logrado mucho con nuestro programa de Caribes globales que permite a los artistas caribeños se presenten durante Art Basel. El gobierno francés nos ayudó mucho en eso, pues en ese entonces (hace unos seis años) ellos tenían un programa denominado “La creación caribeña” y yo les dije: – ¿Porqué en vez de mandar exposiciones a París, no las mandamos a Miami?

 ¿Cómo proyectarías el futuro de tu país?

Es un país que tienen que avanzar, porque el pueblo haitiano ha sufrido demasiado. Creo que la gente que gobierna allí se va dando cuenta que no puede gobernar para abusar. Lo que pasó con los Duvalier no puede pasar de nuevo. El muno está demasiado pequeño ahora con las redes sociales. Aunque es una democracia muy joven, hay que aprender que la política es para servir a la gente, no para abusar.

d3¿Cómo consideras que puede haber mayor entendimiento entre República Dominicana y Haití, desde su perspectiva de haitiano que vive fuera de la isla?

Tenemos que ver como llegamos a un entendimiento, pues ambas naciones comparten la isla y de un lado y de otro tenemos comercio, que puede verse afectado si no nos entendemos. Una buena vía de entendimiento es el arte. Para mí ha sido muy importante ser presentado en República Dominicana, porque yo sé que viendo mi obra, los dominicanos se dan cuenta de que hay un nivel cultural interesante en Haití. Ellos lo han mostrado al comprar mi obra. Es una manera interesante de intercambio. Yo participé hace un tiempo en una exposición que se llamó “Corrientes calientes” que se presentó en República Dominicana y luego en Haití. La exposición fue muy halagada en Haití y los dominicanos fueron muy bien recibidos y su obra leída claramente, porque tenemos mucho en común.

¿Qué color llama poderosamente tu atención?

El verde, yo veo la vegetación de República Dominicana dónde quedan muchos más árboles que en mi país y me recuerda cómo era antes. Por eso me agrada tanto ver la vegetación en  República Dominicana, especialmente cuando voy a Samaná, dónde las palmeras suben hasta el techo de la montaña, eso es una maravilla. El verde para mí es esencial.

 ¿Además de ese verde, qué has encontrado en República Dominicana que te ha inspirado?

La comida. El terreno de esa isla da sabores que solo se dan allí, de ambos lados. Otra cosa es que en República dominicana hay una consciencia muy interesante sobre el mestizaje. Es interesante para mí ver la visión del haitiano del mestizaje y la visión del dominicano del mestizaje. Son particulares en ambos lados, pero en ambos estamos conscientes de que existe. Eso me agrada mucho, porque de un lado se consideran más blancos y de la otra se consideran más negros, eso quizás es algo que solo se da en esa isla. Para mí eso es parte de lo que es cada país y en vez de verlo como un drama, lo veo como algo interesante en torno a la cultura.

 ¿En qué proyectos trabajas actualmente?

He curado una exposición sobre la fotografía de Haití. El punto de vista de la exposición es cómo nos vemos los haitianos y cómo nos ven del exterior. Ahí se muestran esas dos visiones de Haití. Yo creo que ese ejercicio sería interesante hacerlo en cada país del Caribe. Pero es un ejercicio que lo deben hacer los artistas no los académicos, para que sea visual. Ya hemos visto cómo les extranjeros nos fotografían a nosotros, es interesante ver cómo nuestros propios fotógrafos nos ven.