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© Por Glenda Galán

A raíz de la reciente puesta en circulación de su libro Miss Blues 104º F, conversamos con el escritor colombiano Jaime Cabrera González, quien nos cuenta un poco sobre sus inicios en el mundo de la literatura y de cómo ha hecho de Miami su hogar e incluso su musa.

• ¿Cómo y dónde inicia su carrera literaria?

Comencé escribiendo poemas. Escuchar a mi padre declamar la llamada poesía popular cada vez que se tomaba un par de copas me llevó a intentar escribir algunos versos que no resultaron afortunados. La poesía era otra cosa… Pero desde bien temprano supe que tenía que expresarme de forma creativa, buscar un lenguaje que recreara mi realidad y lo intenté por varios medios, entre otros, la pintura. Pero fue la lectura, influencia recibida de mis padres que eran grandes lectores, la que me dio el primer impulso hacia la escritura. A esto hay que sumarle las narraciones orales de mis abuelos, el cine, la música, las artes plásticas… y hasta los comics y las radionovelas. Mis primeros textos narrativos fueron muy cortos y contaron con la fortuna de ser publicados en los periódicos de mi ciudad natal, Barranquilla, lo que me dio seguridad en lo que estaba haciendo y me animó a seguir adelante. Esa fue la primera fase de aprendizaje del oficio, que abarcó desde los 12 años hasta los 18 años. Después me hice más consciente de la búsqueda de las herramientas que necesitaba para narrar y cómo abordar los temas que me interesaban contar. Luego vino una etapa de participación en concursos literarios en Colombia y más tarde, fuera del país. Pero esa es otra historia.

• ¿Cuál libro leído en su niñez recuerda entrañablemente?

La odisea de Homero. Aunque leí muchos de los llamados Clásicos Infantiles y Juveniles (algunos me los leyó mi madre o mi padre acostados en su cama), tengo que decir que mi mayor pasión estuvo puesta en los poemarios de poetas colombianos. También cabe resaltar que conté con excelentes profesores de Literatura en el colegio en donde recibí mi educación básica, el Colegio Americano, que no sólo me motivaron a la lectura (con libros acordes a la edad), sino que además ellos estaban muy actualizados en materia bibliográfica lo que me permitió a mi entrada a la secundaria leer a los autores del llamado Boom Latinoamericano y siento que muchas de esas novelas me marcaron. Por ejemplo, siempre que pienso en Cien años de soledad no sólo encuentro un poco la historia de mi familia y del Caribe que conozco, sino recuerdo su lectura como un libro infantil. Sí, indudablemente el libro que me marcó favorablemente en mi niñez (en una versión para niños e ilustrada) fue La odisea, la aventura del regreso a casa. Ese tema aún me persigue.

• ¿Qué ha cambiado en la visión del escritor que llega a Miami en los 90’s y el Jaime que ha escrito Miss Blues 104º F un libro desarrollado en esta ciudad?

Cuando llegué me encontré con una ciudad, Miami Beach (en donde he vivido todos estos años), que se había estancado después de haber tenido una época dorada (o varias). En aquel momento había descendido a su nivel más bajo. La ciudad vivía de un pasado glamoroso… Pero pronto empezó a cambiar, a revivir en todos los sentidos, empezando por la restauración de lugares emblemáticos y, de nuevo, se crearon focos de interés tanto para inversionistas como para el turismo y la cultura. Y empezó a florecer, a transformarse, tanto en lo espacial como en la dinámica de la gente, más allá de los espejismos de la frivolidad. He visto en estos 22 años muchísimos cambios. En lo personal, como observador del hecho urbano y social, me alimenté de esa metamorfosis y como residente, mi relación con la ciudad y su gente se fue consolidando y me fui apropiando de ella con sentido de pertenencia, sin que por esto haya dejado de amar a mi ciudad natal, Barranquilla, ni deje de ir a darle una vuelta de vez en cuando a mi familia y reencontrarme con los amigos que quedaron en aquella otra orilla.

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•  ¿Cómo nace este nuevo libro?

De una manera muy curiosa. En su inicio fue un regalo de amor. Empezó en mi primera escala en Miami Beach, en tránsito para Israel, en 1992. Me enamoré de una mujer maravillosa y quise retornarle desde la literatura parte de lo que habíamos vivido en esa semana loca. O sea, retornarle desde mi visión de escritor, aquellos personajes, los sitios, las atmósferas que ella me había regalado… Recrear su mundo. El libro lo comencé a escribir en Israel. Yo había ido en calidad de profesor y tenía mucho tiempo libre. Logré escribir una buena parte y bosquejar otra. Luego ella fue a visitarme y decidimos venirnos a vivir a los Estados Unidos y fui agregando otros cuentos. En 1997 la relación se deterioró y el contenido del libro dio un giro. Aparecieron historias de desamor, que inicialmente no me había planteado, otras posibilidades del amor y descarté algunos cuentos. Al final, diez años después, en el 2007, me di cuenta que no había hecho más que rondar un solo sector y el verano de un año específico. Como las historias se interrelacionaban y había una unidad casi que de novela, me dediqué a esa carpintería. Fue un libro que se fue haciendo al paso de los años, mientras escribía otras cosas que también me interesaban. Alguno de esos cuentos que al final formarían Miss Blues 104° F aparecieron en diversas publicaciones, algunos fueron premiados en concursos y uno de ellos, Ben Benny Benito, fue traducido al francés y publicado en Canadá.

• Hábleme un poco del título de este nuevo libro suyo.

Miss Blues 104° F tuvo muchos títulos. Algunos de ellos, solo de trabajo. En tan largo recorrido fue cambiando en busca de reflejar el contenido, pero también tratando de que el título no fuera obvio, sino que generara la pregunta por qué el libro se llama así. Hubo algunos títulos que me gustaban más que otros, pero siempre estuvo incluida la palabra “blues” por su significado musical y semántico. La mejor respuesta sería leer el libro para encontrar el porqué. Pero adelanto que uno de los personajes que ha perdido a la mujer que ama no sabe cómo llamarla ya que le cuesta volver a mencionar su nombre y un día cualquiera empieza a llamarla para sí, Miss Blues y de esta manera resuelve su propio problema. Miss Blues también podría sonar como “mis blues”, algo así como mis tristezas, digo, la del personaje… El 104° F aparece en un cuento que se llama La gota. Pero en realidad es mucho más que la temperatura del verano en que se desarrollan las historias del libro porque 104 F puede ser tomado como el número de una habitación y hasta la misma “F” en inglés tiene su connotación. En realidad, el libro sólo se llamaba Miss Blues, pero una buena amiga poeta me sugirió que titulara como aparecían los apuntes que hay insertos en el libro, escritos por un vagabundo llamado Jesse Lengua. Esa es la historia. Ahora, afirmo, pensando en los 451 de Bradbury, que 104° F es la temperatura en que se achicharra el amor.

• ¿Cómo evalúa el ambiente literario de Miami en estos momentos?

Me parece que hay una renovación del entusiasmo. Han surgido algunos grupos interesantes. Me gusta que haya iniciativas como la antología Viaje One Way, por ejemplo. El problema es que en muchos casos se trabaja aislado y una comunidad desconoce los escritores de las otras; y a veces, la falta de difusión masiva, que sí reciben otras manifestaciones artísticas, hace que se desconozca las actividades en torno a la literatura en español. En todos estos años ha habido momentos en que se han creado ambientes literarios, pero que no han pasado más allá de la frontera de los grupos. A guisa de ejemplo, la gran cantidad de actividades literarias producidas por los escritores colombianos residentes en esta ciudad que van desde frecuentes presentaciones en el Consulado, así como círculos de lectura en librerías, una revista oral, publicación de libros individuales, tertulias, talleres y la antología Cita de seis-Escritores colombianos en la Diáspora que apareció en 2002, entre otros tantos esfuerzos por difundir el trabajo literario.

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• ¿Cómo ha influido Miami en su obra? ¿Qué de esta ciudad habita en su narrativa?

Yo creo que vivir en Miami Beach frente al mar ha sido beneficioso para mí porque nunca me he sentido lejos de donde empecé a escribir, es decir, de Barranquilla. Me siento que no he salido de mi casa, que puedo caminar, subirme a un bus, oír a la gente hablar… La misma estética de una ciudad me hace estar rodeado de la belleza arquitectónica de mi infancia. Pero creo que lo más importante es que desde esta orilla puedo ver mejor la otra. Separarme geográficamente de Barranquilla me ha permitido verla con otros ojos, los que otorga la distancia. Eso sucedió durante varios años, pero poco a poco Miami (Miami Beach) ha ido apareciendo en mis escritos y se ha ido ganando un espacio. Por eso mientras escribía otros libros, fue creciendo Miss Blues 104° F y muchísimos artículos periodísticos en torno a esta ciudad. Yo creo que cuando uno empieza a encontrar que una esquina tiene un valor emocional, ya llegó, ya la ciudad empezó a ser parte de la vida de uno. Y después cuando se ha amado y lo han amado aquí; y se tienen amigos y familiares enterrados aquí, la ciudad deja de ser indiferente. Este libro, con el marco de Miami Beach, aunque se hable de Altonia Beach, es un libro excéntrico de mi obra, sin embargo, no podría asegurar que será el único. Por lo menos, sé que el paisaje urbano y algunas historias se han colado en otros cuentos que he escrito en la actualidad. Los temas que me interesan siempre serán, más o menos, los mismos sin importar en donde viva.

• Un lugar de Miami que si partiera de esta ciudad siempre recordaría es…

Hay muchos lugares… Como en donde he vivido… los edificios, ciertas esquinas… Hay otros sitios que la pica del progreso ha borrado y me ha dejado sólo el recuerdo de lo que allí quedó; o ha cambiado el uso del suelo, hay bares que ahora son tiendas de ropa y cosas así.  Tal vez me recordaría sentado en una de las piedras ciclópeas que están a orillas del canal de entrada al puerto, en South Pointe Park, en Miami Beach, en una tarde de agosto de 1997, con un pequeño remolcador que pasa por aquellas aguas oscuras tirando de un buque de pasajeros que felices me saludan agitando sus manos, mientras tengo que tomar la decisión más importante de entonces: irme para siempre o pensar en volver algún día. Me fui un año, pero regresé para quedarme.

• Miami es…

Todo lo que uno quiere que sea.

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• Proyectos literarios pendientes:

Varios. Pienso que un libro no está terminado hasta que no está publicado. Mientras esto pasa vuelvo cada cierto tiempo sobre sus páginas, reescribo, pulo y aunque aparezca la necesidad de escribir un nuevo libro, no dejo de regresar a los que no he publicado, tales como un par de ornitorrinco literario que he titulado En un bosque de la China y el otro, El tumbao de Macorina. Más una serie de relatos cortos: La canción de Trío Jesús La ronda de Los Jobos; un libro de cuentos y una novela (aún sin nombres) y una compilación de crónicas. Fantasmas de los que yo sólo soy su amanuense.