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Hubo un lugar en Miami donde muchos soñamos, pintamos, recitamos, cantamos, bailamos, aprendimos y crecimos.

Allí nada estaba prohibido porque sus paredes invitaban a la bondad, a ser uno solo mientras nos adentrábamos en el sueño fantástico de sus muros cargados de frases y de arte que nos llevaron a conocer interesantes historias mediante colores que se entremezclaban con las  charlas de las miles de personas que a través de 15 años se cruzaron en el 598 de una calle de Miami.

Ese mágico lugar donde las hadas dejaron sus voces colgadas de los techos cierra sus puertas en este mes de septiembre, haciéndonos afortunados a los que le conocimos y un poco más sensibles a la acción del arte sobre nuestras vidas, al tiempo que todo se transformaba sin darnos cuenta.

La ciudad cambia porque cambia este espacio, un lugar de Miami donde muchos encontramos nuevos caminos para andar, caminos que quizás ya no vuelvan a cruzarse o sí…Quién sabe?

Y conscientes de que nada es para siempre y de que la incertidumbre es parte del vivir sin miedo, abrimos las manos y le dejamos ir, cerramos esa puerta que quizás no volvamos a atravesar, porque como diría Cerati: “poder decir adiós es crecer”.

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Ultima obra realizada en el estudio del artista Máximo Caminero. Buen viaje en la nueva aventura!

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