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Uno tiende a guardar en su memoria lugares, personas, hasta llega a idealizar relaciones. En mi caso, una mujer con una isla a cuestas es doble este sentir que por momentos hace que uno pierda la noción de que que ya no existe ese lugar que dejó hace casi una década, pues para el isleño, la cotidianidad entre mares es siempre una realidad de conocer y ser conocido por quienes rodean un diario vivir cargado de apagones, falta de agua, corrupción rampante y hasta falta de respeto a la dignidad humana.

La isla que dejé aparece cada vez que vuelvo a Miami, la isla que voy desconociendo reposa sobre mis pies cada vez que aterrizo en el aeropuerto José Francisco Peña Gomez…o Las Américas? Esto, porque quien se va a otro país, sigue atento desde lejos a las eventualidades políticas, económicas, culturales y sociales de la nación, pero se desconecta de su entorno próximo, que ahora se sitúa a una hora y cuarenta y cinco minutos en avión.

Los amigos siguen viviendo, trabajando, cambiando de empleo, viajando, celebrando sus cumpleaños. Sus hijos han crecido y esos niñitos que dejaste de ver con un dedo en la boca, ahora tienen novio o novia, van a la universidad y hasta se han ido a estudiar fuera. El caso es que llegas a un lugar que piensas que conoces y que cada vez que vuelves te da la sorpresa de ser más y más ajeno a ti, a pesar de guardar las raíces primigenias de tus afectos.

Yo habría dado la vida por florecer en mi país, haber tenido las oportunidades de vivir toda mi vida en mi tierra, aguantando el calor del verano, un calor conocido por mí desde antes de nacer. Simplemente no pude conformarme con vivir toda una vida sin esperanzas de lograr mis objetivos y los trazados para mis hijos a base de mi trabajo, de mi forma de ser, de mi afán por conservar la dignidad de no tener que sobornar a otros ni dejarme sobornar para poder llevar a cabo mi trabajo. Por eso admiro a mis hermanos dominicanos que han tenido que batallar todos estos años contra la corrupción que arropa cada vez más al país, porque soy de la firme convicción que los corruptos son los menos, que aún queda en el dominicano esa forma de ver el mundo desde la honradez.

Sí, yo siempre seré de las que cree que aunque me haya ido de la isla a vivir a otro lugar, en esa tierra de mar bravío aún hay esperanza de alcanzar una sociedad justa, unas calles limpias por las que puedan caminar los niños sin temor a ser asaltados. Yo creo en nuestros artistas que crean nuevos mundos con sus mentes, con sus manos, con su belleza interna, yo creo en la sonrisa del señor que camina por la calle y es capaz de pararse para hacerte un favor, en la vecina que te brinda café porque sabe que no tienes dinero para comprar ese día, en los estudiantes que a pesar de las vicisitudes que pasan a diario no se dejan vencer por la injusticia y la carencia de transporte, de todo cuanto necesitan y desafían la noche llena de peligros hasta acabar sus estudios.

A pesar de no vivir más en República Dominicana, de haber sido adoptada por un nuevo país, a pesar de no tener ya muchos amigos cercanos en Santo Domingo,  se que quienes me conocieron son los únicos que guardan en sus memorias quien fui cuando niña, que es en cierto modo quien seguiré siendo toda mi vida. En mi caso, yo también soy depositaria de muchos  recuerdos de la niñez y de esa bondad con la que siempre me trataron quienes aún viven en la tierra de suave brisa y lindas flores.

Por eso yo apuesto a la educación, apuesto a que cada dominicano combata la corrupción, la injusticia y el desorden ayudando a otros a salir de la oscuridad en la que sume el analfabetismo y la falta de educación a los seres humanos. Solo tomaría que cada dominicano nos comprometiéramos a educar a otro dominicano; que lo motiváramos a leer, a aprender, a conocer…a entender que podemos tener una mejor vida dentro o fuera de la isla. La mejor arma para combatir la corrupción, el desorden y la falta de oportunidades es la educación, un camino largo, pero seguro.

Deseo lo mejor para mi país, deseo que un día no muy lejano despierte y que todos los que viven esta bella isla que hoy visito tengan la oportunidad de quedarse en ella para ver cumplidos todos sus sueños y metas. Yo por mi parte seguiré siendo isla en Miami.

GG